ENTREVISTA

La presa indultada de Omán: "A todas las 'fátimas' que ahora están perdidas: voy a estar ahí para vosotras"

Fátima Ofkir, la joven de L'Hospitalet indultada en Omán, concede una entrevista a EL PERIÓDICO en la que explica qué sucedió en el país árabe y los siete años que permaneció encarcelada por tráfico de drogas

Fátima Ofkir

Fátima Ofkir / ZOWY VOETEN

Germán González

Barcelona

¿Cuáles fueron los momentos más duros de su estancia en prisión?

En un momento tuve miendo de olvidarme de las caras de la gente a la que quiero. Estaba muy lejo, asustada, nadie te habla en tu lengua , no tienes 'ahora' y dudas. ¿Cómo es la imagen de mi madre? Por eso le pedí fotos de las personas que quiero, de mis compañeras del béisbol. Desde entonces lo apunto todo. También apunté cuando llegó Mónica (su abogada).

¿Cómo entró en su vida la abogada?

Mi madre me llamó y me dijo: "Alguien te quiere ayudar". Hablé con el abogado Daniel Vosseler por teléfono. Me dijo: "Vamos a lucharloç, pero quiero que hables con la persona que va a ganar el caso, que te va a sacar". Fue entonces cuando me pasó con Mónica. Ella me dijo: "Escúchame, te voy a sacar de ahí. Cueste lo que cueste, pero te voy a sacar de ahí". Siempre me decía: "Aguanta porque te saco".

[Mónica Santiago interrumpe la entrevista para puntualizar que mucha gente le decía que no le diera esperanzas, que fuera neutra, pero que ella estaba convencida de que se iba a lograr la excarcelación y que eso debía sostener a Fátima]

"Mi abogada siempre me decía: 'Aguanta porque te saco"

¿Perdió la esperanza en algún momento?

Siempre les he pedido a Baltasar Garzón, a Antonio Sagnier y a Mónica que me dijeran la verdad. Soy muy realista. Yo sabía la situación que tenía y pedía que no me vendieran flores que iban a morir al día siguiente. Les decía: "Explicadme la realidad y yo ya la tragaré como tenga que tragarla, pero no me mintáis'. 

Mónica no ha sido solo su abogada...

Creo que ya es parte de mi familia. Ahora es un apoyo y un referente. Yo quiero ser como Mónica para luchar para las chicas que son como yo era, que no tienen un referente. Dentro de la cárcel fue mi familia, el mástil para que yo no me cayera ahí dentro.

Y estaba cuando usted pidió que la ejecutaran, cuando ya no podía aguantar más.

Fue la primera persona a la que se lo comenté. Me dijo: "Piénsalo, piénsalo y piénsalo". Me dio el tiempo adecuado y no me hizo un drama. Me dio la positividad que necesitaba y ha estado siempre diciéndome ese 'un poco más, un poco más" para que aguantara. Creo que en cada llamada le decía: 'Estoy cansada, no puedo más'. Me desesperaba porque no me dejaban ir.

"Me llamaban 'la ambulancia' y hasta una vez salvé la vida a un niño que no respiraba"

Pero al final se acabó. ¿Cómo se enteró?

Una responsable de la cárcel, que en todos estos años me había tratado muy bien, me llamó la semana pasada. Me hizo sentar en un sofá y yo temblaba, pensando "la he cagado en algo". El momento era muy serio. Me preguntó si había comprado un botecito de olor que usamos como fragancia. Le dije que sí y ella me respondió que ya no lo necesitaba porque me iba a casa. "Vas a ver a tu madre", me dijo. Me quedé en 'shock'. Le pedí más de 20 veces que jurara por su hijo que aquello era verdad, hasta que se levantó y se puso a llorar. Se ilusionó muchísimo al decírmelo. Es una noticia muy grande que te cocedan un indulto real. Me dijo: "Nuestra hija se va, nuestra señorita se va". Me llamaban señorita o 'spanish Latte'. 

Ha encontrado empatía dentro de la cárcel...

Ella estaba emocionada, conoce mi historia. Le expliqué la razón por la que estaba allí y lo entendió. La empatía es tan importante. A partir de ahí todo fue una locura.

¿Qué hizo?

De camino al teléfono tenía como 30 policías a mi espalda contentas y llorando. Yo les ayudaba con la informárica, haciendo traducciones y cuidando enfermos. Me llamaban "la ambulancia". Una vez incluso salvé la vida de un niño que no respiraba y tenía un problema de corazón. Su madre lo daba por muerto. Lo agarré y lo llevé corriendo descalza a una zona sanitaria y le dije a la doctora que le diera oxígeno. Estaba todo negro y la madre no sabía cómo reaccionar. Las policías me usaban de comodín.

"Cuando el avión despegó de Omán empecé a llorar. Miraba desde arriba y lloraba. No me lo creía"

¿Quién fue la primera persona a la que llamó?

A Mónica. No sabía a dónde iba, no podía ni caminar, estaba como un flan. Me dieron una tarjeta para llamar y pulsé su número, me lo sé de memoria. Le dije: "Mónica, que me han dado libertad". "¿Qué dices?", me respondió. Y yo: "Sí, el indulto real". Se puso a llorar de felicidad... Luego llamé a mi madre y a mi padre y les di la misma noticia. Fueron las tres personas que más me han apoyado, aunque hay muchas otras que también me han ayudado con las que estoy muy agradecida.  

¿Y qué piensa en ese momento?

Creo que lo que he pasado ha sido por un propósito. Quiero decir a todas las 'fátimas' que ahora están perdidas que Fátima va a estar ahí para ellas.

Días después la llevan al aeropuerto.

Cuando me dijeron que estaba libre fui a mi celda a buscar lo que tenía y las compañeras lloraban. El sábado por la mañana vino a buscarme la policía y me llevaron como una VIP en coche patrulla al aeropuerto. En el furgón aún llevaba grilletes y esposas, pero al irme la situación mejoró. En el aeropuerto me esperaba el embajador y embarqué.

"Quiero dar un montón de fuerza a todas las mujeres y a todos los jóvenes que están en las cárceles"

En el avión, ¿qué pasaba por su cabeza?

No me lo creía. Pensaba que estaba durmiendo. Cuando el avión despegó de Omán empecé a llorar. Miraba desde arriba y lloraba. No me lo creía.

¿Qué se ha traído de Omán?

Regalos de las chicas que hemos hecho con lana, camisetas o libros. Recuerdos.

¿Has establecido vínculos con gente de allí?

Muchísimos. Poca gente puede decir que ha celebrado el cumpleaños con gente de 16 nacionalidades. He sufrido y ha sido muy difícil. Hay quien me dice: "Te miro y no sé cómo lo has hecho". Yo respondo que por fuera quizá no se note lo que he pasado, pero por dentro sí. De todo ello he sacado idiomas, amistades, una madurez que no sé de dónde ha salido y mirar las cosas con perspectiva, aunque aún tengo que aprender muchas cosas.

La vida le da una segunda oportunidad...

Por supuesto. Ahora me enfocaré en mis estudios, la carrera de Derecho y en dar apoyo a todos los jóvenes que son como era Fátima, que están perdidos y no saben cómo expresarlo y no tienen apoyos. Quiero dar un montón de fuerza a todas las mujeres y a todos los jóvenes que están en las cárceles, a los que están en los barrios, sea de la clase que seas. Esta es mi segunda oportunidad: poder ayudarlos, como me han ayudado a mí. 

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