Creencias

El 65 % de los españoles es supersticioso y más de la mitad lleva amuletos

Un estudio revela que algunas de las situaciones más evitadas ante la mala suerte son romper un espejo, cruzarse con un gato negro, dejar unas tijeras abiertas o brindar con agua.

Un gato negro.

Un gato negro. / Levante-EMV

María Bas

València

Desde evitar pasar por debajo de una escalera hasta tocar madera para alejar la mala suerte, las supersticiones llevan siglos acompañando a la población en su vida cotidiana. A día de hoy, y a pesar de vivir en una sociedad cada vez más digitalizada y racional, estas creencias siguen estando muy presentes en el día a día. Así lo confirma un reciente estudio de Spin Genie, realizado a través de la plataforma Pollfish, que revela que más del 65 % de los españoles se considera supersticioso y actúa en consecuencia para atraer la llamada buena suerte o evitar lo negativo.

«Estas cifras sitúan a España como uno de los países más supersticiosos de Europa, ya que en otros lugares esta tendencia ha perdido fuerza con el paso del tiempo. En cambio, en nuestro país no solo se mantienen, sino que muchas supersticiones han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, llegando a influir en la rutina diaria, el bienestar emocional e incluso en el desarrollo personal de muchas personas», dicen desde Spin Genie. El estudio revela que el 68 % de los encuestados afirma llevar algún tipo de amuleto. «Desde colgantes o pulseras hasta pequeños objetos con valor sentimental, estos talismanes siguen siendo una forma de sentirnos protegidos ante lo desconocido», explican desde Spin Genie.

Antes de momentos o eventos importantes, como una entrevista de trabajo, un examen o un viaje, las supersticiones positivas ofrecen una sensación de protección. «Aunque sabemos que no hay una base científica detrás, estas creencias nos hacen sentir más seguros sobre lo que no podemos controlar», siguen.

Los clásicos españoles

Hay supersticiones que resisten al paso de los años. Algunas de las más evitadas son romper un espejo, cruzarse con un gato negro, dejar unas tijeras abiertas o brindar con agua. Además, ciertas creencias pierden fuerza, como el miedo al número 13, que, según el mismo informe, solo afecta al 43 % de las personas, lo que indica un cambio generacional en la percepción de algunos símbolos clásicos.

«Por otra parte, están los gestos para atraer la buena suerte, como es tocar madera, encontrar un trébol de cuatro hojas o pedir un deseo al ver una estrella fugaz. Estas acciones, aunque aparentemente inofensivas, reflejan una necesidad psicológica de protección y esperanza ante situaciones inciertas», señalan.

Además, cada país ha desarrollado sus propias creencias populares. En Italia, por ejemplo, no es el número 13, sino el 17 el que se considera portador de mala suerte, hasta el punto de que muchos hoteles, cruceros y aerolíneas evitan incluirlo.

En Francia, dejar el pan boca abajo en la mesa se asocia tradicionalmente con la desgracia, mientras que en Alemania se evita desear ‘buena suerte’ antes de un examen o actuación, ya que se cree que trae el efecto contrario.

Estas diferencias culturales muestran que, aunque muchas supersticiones parten de ideas parecidas, cada sociedad las interpreta a su manera y las adapta a sus propias creencias, historias y formas de ver el mundo.

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