Iglesia católica
El cardenal 'papable' Fernández Artime, único español en oficiar una misa en el Vaticano por Francisco
En la línea de Francisco y Benedicto XVI, su homilía homenajeó a religiosas y religiosos, de cuya supervisión se encarga en el Vaticano

El cardenal Artime, durante la celebración en el Vaticano. / Vatican News
Javier Morán
Ángel Fernández Artime ha sido el único cardenal español que ha presidido una misa, la octava, de las llamadas Novendiales, o novenario, dedicadas a la memoria del papa Francisco, de quien ha sido estrecho colaborador desde antaño, cuando el asturiano (Luanco, 1960), fue superior de los Salesianos en Argentina en los años en que Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires. En 2023 Francisco lo creó cardenal y le nombró "número dos" del dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, el "ministerio" de la Santa Sede encargado de las religiosas y religiosos de todo el mundo católico. Desde los monasterios de vida de clausura, hasta las congregaciones y asociaciones de vida pastoral (para la educación, la salud, los inmigrantes, los excluidos… y, por supuesto, las misiones).
Dicho dicasterio está presidido por la religiosa italiana Simona Bambrilla, de 60 años, la primera mujer en llegar a un cargo de ese nivel ("ministra") en el Vaticano, por deseo expreso de Francisco. La misión de ese departamento vaticano es la de supervisar la acción del segundo y poderoso brazo de la Iglesia, siendo el otro el de las diócesis, con sus diáconos, sacerdotes y obispos.
En la misa de este sábado, la jefa del cardenal Artime, leyó precisamente la primera lectura correspondiente al día, de los Hechos de los Apóstoles, en la que se narra uno de los primeros enfrentamientos entre la casta judía dominante en Jerusalem y los primeros cristianos.
En el Evangelio de la jornada, un Jesús resucitado le dice a Pedro, futuro primer Papa, "cuando eras joven te vestías tú solo e ibas a donde querías, pero cuando seas mayor otro te ceñirá la túnica y te llevará a donde tú no quieras", al papado y al martirio en Roma.
A continuación, Artime leyó una homilía canónica, muy correcta, contenida, sin dar ningún pie a suposiciones sobre la elección papal que comenzará con el Cónclave en la tarde de próximo miércoles siete de mayo. De hecho, cualquier cardenal que muestre alguna particularidad o excentricidad durante este precónclave, puede considerarse tachado de la lista de papables por parte de sus compañeros purpurados.
Sin embargo, Fernández Artime posee un perfil con elementos interesantes. Nacido en una familia sencilla de una villa marinera (la citada narración evangélica de la túnica que será ceñida tiene lugar entre los pescadores que siguieron al Galileo), hizo estudios e ingresó en los Salesianos, preciada congregación religiosa por sus labores educativas en todo el mundo. En los Salesianos de Don Bosco (SDB, así llamada técnicamente), ocupó puestos de responsabilidad hasta llegar, en 2014 a ser Rector Mayor (superior general) de su congregación, cargo en el que permaneció hasta ser elevado al cardenalato sin ser obispo, circunstancia no extraña, pero sí muy poco corriente. Asimismo, ha sido el primer superior mayor de una congregación religiosa creado cardenal en la historia.
Sí resulta reseñable en la homilía de Artime que, además de las evidentes alusiones al papado de Francisco, extendió las alusiones a nombres históricos del cristianismo como los de Alfonso María de Ligorio (fundador de los Redentoristas), San Benito Abad (creador de la vida monástica en Occidente y fundador de los Benedictinos), o el Santo Cura de Ars (patrono universal de los sacerdotes).
Del papa Bergoglio destacó su llamamiento a que los consagrados religiosos "levanten el mundo", pero resultó más llamativa la referencia a Benedicto XVI que definió a los religiosos como "centinelas que anuncian la vida nueva".
Es un hecho objetivo que con el papa Ratzinger los religiosos volvieron a la atención del Vaticano, incluso como trabajadores y cargos de la Santa Sede, después de años en los que se insistía en la decadencia de las congregaciones religiosas frente al enaltecimiento de los nuevos, y no tan nuevos, movimientos de la Iglesia.
Con el templo de San Pedro rebosante de mujeres religiosas, el cardenal Artime hizo gala de ser uno de ellos y de ellas.
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