Social
Un vecino de la Región de Murcia que denunció ser un bebé robado encuentra a su familia biológica a los 50 años
Antonio descubre ahora que tiene tres hermanos en Granada: "Me dieron por muerto"

L. O.
Alba Marqués
Sobre los nueve años se enteró de que era adoptado. Más tarde, sus padres le confesaron que habían pagado "un millón de pesetas" por él. En 2017, cuando los casos de bebés robados saltaron a la actualidad en España al producirse la primera sentencia judicial al respecto, denunció su historia en este periódico. Ocho años después, ha encontrado a su familia biológica y ha descubierto que en el cementerio de Granada yace un ataúd que le atribuyen a su persona. La de Antonio Marín Moreno es una de esas realidades que superan la ficción. "Aún estoy procesándolo", expresa.
Nació en 1975 y residen en Balsicas, pero hasta ahora no sabía ni el hospital ni la provincia de la que es originario. No obstante, en su partida de nacimiento figura la ciudad de Cartagena como lugar de origen y señala que su nombre actual se registró de forma legal años más tarde de ser dado en adopción. "Mis padres estuvieron tramitando mi adopción un par de años, hasta que un día les llamaron para que fueran a verme a una Casa Cuna que las monjas tenían en la calle Prim de Madrid. Yo por entonces tenía un par de meses. Vinieron a ver si yo les gustaba, volvieron un par de veces más, según ellos me han contado, y, finalmente, me llevaron con ellos", comenta Antonio. Cuenta que "mi familia de acogida era gente inocente, trabajadora, que estaba convencida de que estaba llevando a cabo un proceso de adopción legal, de un niño que sus padres biológicos habían abandonado". El hombre apunta que "mis padres pagaron un millón por mí porque creían que ese dinero era para los gastos del papeleo".
Desde que fue consciente de su origen, Antonio ha buscado a su familia biológica a través de la asociación SOS Bebés Robados y grupos de Facebook y WhatsApp. Compartir sus datos y circunstancias le acercaron a lo largo de los años hasta tres personas que podían ser familiares. No obstante, los estudios genéticos realizados descartaron esa idea y llegados a este punto a Antonio ya le quedaba poca esperanza. Pero en verano de 2025 se puso en contacto con él Luna García Abad, una mujer de Granada que buscaba a un hermano y a la que la edad y características de Antonio le hacían sospechar que podía ser él. La familia de Luna había enterrado a un bebé nacido en el 75 al que llamaron Gregorio García Abad, que presuntamente falleció instantes después de nacer. Sin embargo, el relato que ofrecían sus padres a ella no le cuadraba, porque no llegaron a ver el cuerpo del niño, entre otros detalles que le resultaron extraños. Fue al ver en televisión algunos relatos de niños robados cuando pensó que ese podía ser el caso de su hermano, pero no emprendió su búsqueda hasta este año, cuando su padre le animó a hacerlo.
Prueba de ADN positiva
Tras mantener conversaciones y constatar que había puntos en común en la historia familiar de cada uno, Antonio y Luna decidieron verse en la localidad andaluza donde reside ella. Antonio de primeras "le daba largas", admite, y se mostraba reticente a someterse a otro test genético tras los fracasos anteriores, pero el encuentro con Luna le decidió a intentarlo. El pasado martes recibieron los resultados de las pruebas de ADN realizadas en Lab Genetics, en Barcelona, y el informe, al que ha podido acceder esta redacción, arroja un 99,9% de probabilidad de que ambos sean "hermanos biológicos completos por parte de uno de los progenitores", cita textualmente el documento. En este caso, al tener la madre de Luna un parto en el que supuestamente murió el recién nacido, todo indica a que son hermanos por parte de la mujer.
"Estoy en shock. Muy contento por un lado, pero aún no lo he asimilado, parece de repente muy fácil", indica Antonio, que acaba de enterarse de que, de ser Gregorio, nació en el hospital Inmaculada de Granada y que, aparte de Luna, tiene otros dos hermanos a los que aún no conoce. "Además parece ser que estoy enterrado en Granada. No sé qué hacer, cuál es el siguiente paso", manifiesta Antonio. De momento, ha comunicado a una asociación especializada en niños robados lo ocurrido y le han recomendado que denuncie formalmente los hechos ante la Policía. "Me gustaría que se abriera la caja del nicho que hay con las iniciales de Gregorio, para ver si de verdad hay alguien enterrado y, si lo hay, comprobar de quién se trata", señala. La próxima semana, Antonio viajará a Granada para hablar largo y tendido con su hermana e intentar recopilar más datos. Aunque es su intención, no tiene claro si podrá encontrarse con el resto de la familia. El padre de Luna falleció este año, pero la madre y el resto de los hermanos viven, aunque la situación familiar es complicada y por motivos personales no mantienen relación con Luna.
Su familia "de verdad"
"Yo siempre he tenido claro que mis padres son mis padres, los que me han criado, no he tenido ninguna pega con ellos", asegura Antonio. Su madre murió hace años y su padre, enfermo de alzhéimer, se encuentra en una residencia para mayores. El vecino de Balsicas además tiene dos hijos, fruto de la relación que mantuvo con su exmujer. Los hijos están "sorprendidos" ante las nuevas noticias sobre su padre. "Ayer me quedé hasta la una hablando con el mayor", refleja Antonio, y añade que para él buscar sus raíces ha sido "como un rompecabezas que se ha ido armando, casi un hobbie". Descubrir que realmente no es hijo único le abre otra perspectiva: "Ahora, al saber que tengo hermanos y que ya no estoy solo, la cosa cambia. La vida da muchas vueltas y ahora intentaré, en la medida de lo posible, recuperar el tiempo perdido".
Un drama con varias víctimas
El drama de los bebés robados deja miles de afectados repartidos por toda la geografía española. En esta historia las víctimas no solo pueden ser los padres a los que les arrebataron su retoño, en caso de no entregarlo de forma voluntaria, sino también los bebés robados, que viven con el martirio de no conocer a los de su misma sangre, pese a que la gran mayoría de ellos coinciden en que sus necesidades afectivas fueron cubiertas por el amor de su familia de acogida. La gran mayoría de estas personas que fueron dadas en adopción se dieron cuenta de que podían ser robadas hace unos años, cuando el tema saltó a la televisión a través de varias denuncias de la asociación SOS Bebés Robados. Buena parte de estos bebés que ahora son adultos creen que sus familias de adopción nunca conocieron la atroz intrahistoria que esconde esta trama.
Mi padre me dijo en su lecho de muerte que buscara a mi hermano"
La presunta muerte de un bebé durante el alumbramiento era un tema tabú en la familia de Luna. "Mi madre nunca decía nada, silencio absoluto, y mi padre se molestaba si le preguntaba y apenas daba detalles", relata la mujer, que lo poco que sabía era que su madre y su tía "vieron al bebé llorando cuando nació, las enfermeras se lo llevaron, y luego les dijeron que había fallecido".
"El médico le dio a mi padre la caja con el cuerpo, no llegó a verlo, y le dijo que fuera directamente a enterrarlo. Y eso hizo", explica. Cuando salió en los medios el tema de los bebés robados a Luna todo le cuadraba con lo que había escuchado sobre su hermano.
Intentó conseguir información en el hospital, pero solo podían proporcionársela a alguno de los progenitores, que se negaron a firmar una autorización. "No fue hasta este año cuando mi padre, que llevaba años separado de mi madre, me lo dijo. El día antes de morir, ingresado desde hace diez días, le pregunté sobre el tema y me dijo que sí, que buscara a mi hermano", concluye.
Inés Madrigal, la primera que llevó el caso a juicio
El caso de la murciana Inés Madrigal fue el primero en España en llegar a juicio por el robo de bebés durante el franquismo. Madrigal descubrió de adulta que había sido entregada en 1969 a sus padres adoptivos por Eduardo Vela, ginecólogo de la clínica San Ramón de Madrid, sin trámite legal alguno.
El doctor Vela fue acusado de detención ilegal, suposición de parto y falsedad documental, ya que presuntamente entregaba recién nacidos a otras familias simulando partos falsos. El proceso judicial comenzó en 2018, impulsado por la propia Madrigal como acusación particular. Durante el juicio, Vela, ya nonagenario, admitió haber firmado documentos falsos que atribuían la maternidad de Madrigal a su madre adoptiva, pero negó haber actuado con mala intención. La Audiencia Provincial de Madrid lo declaró culpable de todos los cargos (detención ilegal, suposición de parto y falsedad documental), aunque lo absolvió por prescripción al considerar que el delito había caducado.
En 2019, tres décadas después de iniciar la búsqueda de su familia biológica, Inés Madrigal logró reencontrarse con ellos. El hallazgo se produjo gracias a una prueba de ADN realizada a través de una base de datos genealógica estadounidense, con la que pudo localizar a una prima en Estados Unidos.
Esa pista permitió finalmente identificar a su madre biológica, una mujer gallega que había fallecido en 2013 sin saber que su hija seguía viva. "Por primera vez tengo el puzzle de mi vida completa", dijo entonces Madrigal. Aunque nunca llegó a conocer a su madre, pudo reconstruir su historia familiar y conocer a varios parientes directos.
Tras el reencuentro, declaró que por fin había podido cerrar el círculo de su identidad, a pesar de que el proceso judicial no había proporcionado justicia penal. El caso visibilizó uno de los episodios más oscuros de la historia reciente española: la trama de bebés robados que se extendió desde la posguerra hasta bien entrada la democracia, y convirtió a Madrigal en un símbolo de la lucha por la verdad y la reparación de las víctimas.
También puso de manifiesto las limitaciones judiciales para juzgar crímenes del franquismo, ya que la falta de tipificación penal específica y los plazos de prescripción impidieron condenas efectivas. Aun así, el testimonio de Madrigal fue fundamental para dar visibilidad a miles de víctimas.
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