Diego era un niño normal, como cualquier otro. Hasta que cumplió 18 meses y le pusieron la vacuna pentavalente. A partir de ahí todo cambió. La reacción al pinchazo le provocó convulsiones, llegó a tener hasta 20 al día. El pequeño fue ingresado en la UCI. Ya no fue el mismo: perdió la alegría y sonrisa y comenzó una regresión en el comportamiento, perdió la capacidad de expresión y ya no era tan hábil con las manos.

Le diagnosticaron autismo. Diego se podía pasar las horas mirando un reflejo en el techo. Se había sumergido en su mundo. Jordi Ardit, su padre, descubrió un día que el pequeño tenía tendencia hacia la música. «Diego empezó a mostrarse interesado por canciones, por cantarlas o tatarearlas. A mi me gusta mucho la música y estaba cantando el tema Tears in heaven de Eric Clapton. Me callaba y el niño seguía tarareándola. Había una comunicación a través de la música».

Jordi registró el dominio «Música para el autismo» y creó una página en Facebook. Colgó un vídeo de Diego y empezó a tener muchas comunicaciones. «Contacté con una musicoterapeuta con mucha experiencia e implantamos un servicio de terapia individual e ideamos un crear unas becas para niños de familias sin recursos». Para financiar estas ayudas realizan conciertos y cuentan con el apoyo de la Fundación Telefónica. Ahora becan a ocho niños. También tienen el apoyo de Berklee College.

Había nacido Música para el autismo, una ONG que dirige este voluntario de Telefónica. «Trabajamos voz e instrumentos de cuerda y percusión. Se trata de crear un vínculo especial con el niño, para eso creamos canciones en el que el pequeño es protagonista y para eso lo nombramos en la canción».

Jordi afirma que el éxito «depende de cada niño, los hay que no responden y se les refuerza la terapia incorporando técnicas para que sigan el ritmo y otros tienen una progresión espectacular. Todas las terapias provocan avances, lo que hacemos es combinarlas, tanto las que podemos llamar de intervención tradicionales como las de musicoterapia».

Duración del tratamiento

La duración del tratamiento no es la misma para todos los niños. «La media sería de un año, pero hay casos y casos. El tiempo mínimo son seis meses», apunta Jordi Ardit.

El alma mater de la ONG recalca que la terapia «es un juego que tiene como objetivo que el niño se divierta y no la sienta como una actividad a la fuerza. Los pequeños que tienen autismo normalmente son hiperactivos y la música les relaja, les transmite seguridad y logra que se comuniquen mejor».

En su lucha para mejorar la vida del niño autista la ONG busca ampliar su campo de acción con nuevos proyectos. «Estamos perfilando una iniciativa de formación de padres, terapeutas y profesores, que esperamos que comience en octubre. Estamos trabajando en la edición de un CD solidario y también en la creación de una banda formada por niños», asevera el impulsor de la asociación.

¿El autismo se cura? Para esa pregunta, según Jordi Ardit, «no hay una respuesta unánime. La ciencia dice que no, pero mantengo que existe un porcentaje de niños que pierden el diagnóstico, es decir que se curan».