Las consecuencias del maltrato al planeta tienen también rostro humano: el de millones de personas castigadas por el hambre y la pobreza, el de quienes se han visto expulsados de sus territorios ancestrales, el de los que deben emigrar en busca del sustento que la tierra les niega, el de los que enferman a causa de la contaminación de las aguas y de los suelos. Manos Unidas mantiene, desde hace 61 años, su trabajo para acabar con el hambre en el mundo y acompañar a las personas más vulnerables en su camino al desarrollo.

Manos Unidas Valencia ha presentado en el Palacio de Colomina CEU su campaña anual, que se desarrollará bajo el lema “Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú”. “Todavía hay 821 millones de personas que pasan hambre, un hecho que escandaliza y que se agrava a consecuencia del cambio climático, entre otros motivos”, ha lamentado Ana Ruiz Ruiz, delegada de Manos Unidas Valencia. Para hacer una comparación: la población de Europa es de 747 millones de habitantes. “La relación entre el hambre y la pobreza con el deterioro del planeta es un hecho que no admite discusión”, ha denunciado Ana Ruiz.

Por su parte, Carmen Puerto, directora del Palacio de Colomina CEU, quien introdujo la presentación de la campaña, recordó la importancia de que la solidaridad forme parte de los centros educativos, y que conviva con las actividades formativas junto con la cultura y el arte.

Para dar testimonio sobre el terreno del trabajo de Manos Unidas, Manuel Fernández García, misionero en la República Democrática del Congo desde hace casi 25 años, tras otros 10 años en los que estuvo en Mali, reivindicó la labor de Manos Unidas: “Lo que me gusta es que no nos da el dinero rapidito, sino que estudia los proyectos y comprueba que la necesidad es real”, ha explicado el misionero. “Es una satisfacción ver que en África se está ayudando a la gente a levantar la cabeza y a poder tomar su destino en sus manos. Cuando llegué a Mali a duras penas tenían dinero para su alimentación y 10 años después, tras construir pozos y minipantanos tienen cosechas para alimentarse todo el año y hasta pueden comprarse una bicicleta para desplazarse”, afirma Manuel Fernández, que pertenece a los Padres Blancos / Misioneros de África, y desarrolla actualmente su labor en el Centro Pedagógico de Estudio y Documentación de la ciudad congoleña de Bunia. Este centro, promovido por Manos Unidas, es mucho más que un lugar de estudio: es un punto de encuentro entre etnias para cerrar la brecha que se abrió durante los difíciles años de la guerra interétnica. Su Escuela de Paz devuelve a los niños a su infancia para que dejen atrás los traumas que han sufrido por los años de violencia, de la que han sido testigos y víctimas inocentes.

El sacerdote y biólogo, Ferrán Lluch, ha explicado cómo en el medio ambiente todo está conectado y el estilo de vida consumista afecta a otros lugares del planeta. “Si el desierto crece, los agricultores, ganaderos, pescadores… pierden su forma de vida y se ven obligados a migrar”. Asimismo, Lluch considera que “no podemos pensar que las soluciones están en manos de los políticos, sino que desde las bases, las personas, y a través de grupos intermedios como Manos Unidas, debemos empujar hacia una conversión ecológica cambiando nuestro estilo de vida”.

Quien más sufre el maltrato al planeta

Durante la campaña, Manos Unidas Valencia va a denunciar las consecuencias que el deterioro medioambiental tiene sobre millones de personas, porque quiere ponerle rostro humano, el de los más de 1.000 millones de pobres, a la crisis climática. Las huellas medioambientales del hambre y la pobreza se marcan en forma de contaminación, agotamiento de recursos, destrucción de hábitats y ecosistemas, inundaciones, sequías extremas, desertización y deforestación.

Además de la denuncia y sensibilización que lleva a cabo Manos Unidas en el marco de su trabajo de educación para el desarrollo, esta entidad apoya proyectos que ayudan a las comunidades a adaptarse a los cambios medioambientales y climáticos. Se trata de promover iniciativas que ayuden a quienes se ven obligados a migrar y a dejar atrás su vida, su hogar, su tierra… como consecuencia de la crisis climática.

La respuesta ante las injusticias

En los Países del Sur Manos Unidas mantiene un compromiso con los pequeños agricultores promoviendo modelos agroecológicos de producción basados en sistemas de emprendimiento familiar a pequeña escala. También respalda proyectos para la mejora de la gestión de los recursos naturales a partir de la reforestación con especies locales, aprovechamientos forestales y gestión del agua.

Manos Unidas presta su apoyo a migrantes medioambientales, que se calcula que en el año 2050 alcanzará a 140 millones de personas. En todos estos proyectos se realiza una previsión del impacto medioambiental, con el fin de crear entornos más humanos y saludables.