?

"No asimilaba esta relación, no la aceptaba, iba a intentar asimilarlo...", confesó ayer el acusado ante el tribunal de la Audiencia de Valencia que le juzgaba por intentar asesinar al novio de su ex mujer, que era su mejor amigo. Lo que no confesó ante la Sala es lo que a continuación declararon la víctima y su pareja, que, "si no lo conseguía, los mataba".

El fiscal pide diez años y diez meses de prisión por un delito de intento de asesinato y otro de amenazas para Juan O. M., un vecino de Aldaia que apuñaló a su amigo Joaquín C. G. en el bar de su padre el 7 de octubre de 2008, cuando ambos estaban hablando "para zanjar el tema". La defensa, ejercida por Andrés Zapata, sólo reconoce las lesiones durante la pelea.

Al parecer, Juan estaba muy disgustado porque Joaquín mantenía una relación sentimental con su ex mujer, Beatriz, y, según el fiscal, le dijo que "tenía que asimilar" la relación, que "necesitaba tiempo" y que, "si no era así, los mataba a los dos", que "no tenía nada que perder" y que "le daba igual ir a la cárcel porque ya tenía pensado cómo matarles", que "lo tenía todo planeado"y que "se drogaría para alegar que no sabía lo que hacía".

Y así fue. Porque eso es lo que manifestó durante la vista de ayer, cuando le preguntaron sobre el momento en que entró a la cocina del bar y salió con un cuchillo con el que atacó a su amigo en el pecho y en el hombro.

"No me acuerdo si le dí"

"No me acuerdo si le di porque consumo drogas. Sé que hubo un altercado, pero no sé si cogí un cuchillo". No obstante, ningún médico forense declaró ayer para ratificar su estado en el momento de la agresión, ni el fiscal recoge ninguna eximente o atenuante por consumo de drogas. En el juicio sólo declararon Joaquín y Beatriz, que llegaron juntos, y los tres policías que participaron en su detención.

Según el fiscal, desde septiembre Juan venía amedrentando a Joaquín y a Beatriz, porque "no asimilaba" la relación que mantenían.

Semanas después, Juan llamó por teléfono varias veces a Joaquín, pero no se hizo con él. Al final, Joaquín se pasó por casa del acusado y éste le invitó a bajar al bar de su padre "para hablar", en la calle de la Concordia. Entraron y Juan bajó la persiana hasta la mitad, y se sentaron a comer y beber.

Durante la conversación, Juan se levantó, se fue a la cocina y salió con un cuchillo de grandes dimensiones oculto en la espalda. Cuando esperaba junto a Joaquín, "de manera sorpresiva", le clavó el cuchillo en el pecho y en el hombro. Joaquín logró escapar a empujones y corrió hasta el ambulatorio mientras Juan le perseguía cuchillo en mano.