Cinco personas de otros tantos países llegaron a caer en la trampa y les dieron a ganar 150.000 euros a los cuatro presuntos estafadores que, desde Valencia, han estado enviando durante meses cientos de cartas con anuncios de falsos premios de lotería o herencias inexistentes a medio mundo.

La pasada semana, agentes del grupo de Delincuencia Económica de la policía nacional de Valencia desmontaba la organización y detenía a los cuatro presuntos timadores, una mujer alemana y cuatro hombres nigerianos, según informó ayer la Jefatura Superior de Policía de Valencia. Los sospechosos, de entre 22 y 36 años de edad, actuaban desde dos pisos -uno en Valencia y otro en Alfafar-.

Durante el registro de los domicilios, los investigadores recuperaron seis ordenadores portátiles; la CPU de un ordenador de sobremesa; una caja fuerte oculta en un trastero alquilado por la organización; 175 "cartas nigerianas" metidas ya en sobres y listas para ser enviadas, y siete documentos de identidad cuya autenticidad está tratando de comprobar la policía científica.

Los ahora detenidos realizaban envíos masivos de cartas -siempre en alemán o inglés-, por correo ordinario o electrónico, en las que anunciaban a sus víctimas o bien la obtención de un premio, en cuyo caso colocaban la leyenda "Bono Lotto Espanyol" en la misiva, o bien la existencia de una herencia -obviamente falsa-, y entonces encabezaban las cartas con el logotipo de un bufete de abogados.

Cuando alguien respondía, les conminaban a guardar silencio absoluto sobre el "negocio" y en contactos posteriores les convencían de que la fortuna del fallecido estaba en algún banco africano o en una empresa de seguridad en Valencia. Así, les pedían su colaboración para rescatar el dinero -aportando sus datos bancarios y adelantando cierta cantidad para los "gastos"- y, a cambio, les prometían una jugosa comisión de la supuesta herencia.

Para terminar de vencer la desconfianza de la víctima, mantenían una reunión personal con ella en un local alquilado en un centro de negocios en alguna ciudad española donde les mostraban cajas repletas de dólares estadounidenses en billetes. Lo que no sabían es que eran falsificados, por lo que regresaban a sus países convencidos de la veracidad de la transacción, así que adelantaban la cantidad solicitada. Como era de esperar, a partir de ese instante el negocio se volatilizaba por completo.