Normalmente suele ser la pericia de los agentes de la policía científica la que encuentra las pruebas para inculpar a un detenido o a un sospechoso. En este caso fue la habilidad, pero sobre todo la buena vista de un fiscal de Valencia la que consiguió la prueba de cargo contra un ladrón, aunque su detención se produjo tres años después de cometerse los hechos.

Todo sucedió en octubre de 2006. El miembro del Ministerio Público bajó de su casa y entró en su garaje. Se dirigió a su vehículo como cada mañana. Eran las nueve menos diez de la mañana y se dirigía a su trabajo en la Ciudad de la Justicia. Al llegar a su coche vio que alguien le había roto el cristal del mismo y había revuelto en su interior. No se llevaron nada porque no había ningún objeto de valor dentro.

Sangre dentro del coche

Al fijarse en el interior de habitáculo, el fiscal se percató de que el caco se había cortado al romper el cristal. Lo supo porque encontró un fino hilo de sangre en la guantera. Al ver los restos biológicos del sospechoso se llevó el coche hasta la Jefatura Superior de la Policía. Ya en dependencias policiales, agentes del laboratorio de ADN tomaron muestras de los restos de sangre.

Pasaron tres años hasta que volvió a sonar el teléfono del fiscal. Lo habían detenido. Con la nueva ley de toma de muestras de ADN por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, la policía nacional cogió una pequeña muestras de Veneciano L. R.. Al procesarla y compararla con otras muestras tomadas en otros delitos sin resolver saltó la alarma. Era el autor de un robo en grado de tentativa de hacía tres años.

Condenas anteriores

El detenido cuenta con cuatro condenas firmes de los años 2003, 2004 y 2007, por robo con fuerza en las cosas, con penas de casi tres años de prisión entre las tres condenas. Ahora, la Fiscalía de Valencia le pide una pena de un año y nueve meses de cárcel por un delito de robo con fuerza en grado de tentativa en casa habitada.