Doce horas de encierro. Doce horas de miedo para tres familias. Doce horas de angustia de los compañeros de los tres funcionarios de la prisión de Picassent que fueron secuestrados por cuatro internos la tarde del 27 de noviembre de 2007. Ahora, dos años y medio después, la Fiscalía pide penas que suman 164 años años de cárcel por el motín.

El ministerio público solicita 46 años para cada uno de los participantes en el secuestro, 3,8 años por cada hora que duró el motín. El fiscal considera responsables de los hechos a los internos Ernesto C., Manuel C., Pedro A. y Francisco José S. y les imputa tres delitos de lesiones, cuatro años por cada uno; cuatro delitos de detención ilegal, seis años; un delito continuado de atentado penado con cuatro años; tres delitos de amenazas, dos años, así como varias faltas de amenazas y malos tratos penadas con multa económica.

Según el escrito de acusación todo comenzó a las seis de la tarde. Ernesto C. estaba en el patio y pidió que le dejaran hacer una llamada. Cuando volvía acompañado por un funcionario se balanzó sobre él con un pincho (arma carcelaria) y a base de golpes y amenazas lo redujo. Entre Ernesto y Pedro recogieron más pinchos que tenían escondidos en un desagüe del patio.

Una vez armados redujeron a otros dos funcionarios. Al primero de los secuestrados lo engrilletaron y lo encerraron en una celda de aislamiento. Al segundo lo esposaron a los barrotes de la puerta corredera que daba acceso al pabellón. Su posición era tal que si se abría, su integridad física corría serio peligro. Al tercer funcionario lo inmovilizaron en el interior de la oficina del módulo, mientras cada media hora le espetaban expresiones como, "¿qué te parece si te metemos el pincho por la cabeza y lo sacamos por debajo de la mandíbula?" o "¿qué te parecería si te cosemos a puñaladas?".

Hasta ese momento eran tres los internos rebelados, pero a ellos se unió Francisco José S. que también portaba un pincho, y que "realizó intimidaciones contra la vida de los funcionarios y de los internos". Según narra el escrito de acusación, además de los funcionarios, hubo nueve internos que sufrieron lesiones y que fueron intimidados por los imputados.

Una vez que tuvieron bajo control el módulo once. Los cuatro secuestradores exigieron la presencia del juez de guardia y le exigieron, para la liberación, "droga y mejoras en la vida carcelaria". Finalmente, entre el magistrado y un interno, consiguieron convencerlos y a las seis de la madrugada se rindieron.

El saldo fue de un funcionarios con el menisco roto, otro con dos costillas rotos y todos con contusiones múltiples.