La costa de Tarragona se había convertido en su nuevo feudo: un hotel en Cunit, a pie de playa, valorado en 2,5 millones de euros; un centro comercial de 1.500 metros cuadrados en Mont Roig, valorado en un millón; un hostal en Cambrils, edificado sobre una extensión de 2.000 metros cuadrados y tasado en 1,5 millones; una parcela de 95.000 metros cuadrados en terreno edificable, en Cervelló, que iba a albergar una promoción de viviendas unifamiliares;... Y así, hasta 24 millones.

Ése es el valor de las propiedades que, hasta ahora, ha podido arrancarles de las uñas la policía nacional gracias a la investigación patrimonial iniciada tras la conclusión de la operación Java, que entre marzo y junio de este año permitió detener a una 30 de presuntos miembros de la mafia ruso-georgiana en nuestro país. A ellos se le suman otros 45 arrestados en seis países más.

De los 24 detenidos en marzo, cuatro lo fueron en Valencia, Gandia y Cullera (2). Además, en Getxo (Vizcaya) fueron apresados cuatro más -entre ellos el contable de la organización, una de las piezas claves en el entramado de blanqueo-, todos ellos residentes en Valencia, de donde habían huido hacia el País Vasco huyendo de la policía, por un lado, y con la intención de abrir una "sucursal" en el norte, por otra.

Tras el mazazo de marzo, la policía nacional prosiguió con la investigación y, en junio, detuvo en distintos municipios de Cataluña a seis implicados más en la trama de blanqueo de capitales, entre ellos, a un general ucraniano de origen armenio quien colaboraba en la captación de dinero negro para ser lavado en las inversiones inmobiliarias en la costa tarraconense.

Labor de hormiga

La división financiera del "holding" del crimen ruso se había especializado tanto que incluso contaba en sus filas con un asesor fiscal experto en la búsqueda de las mejores inversiones. Todo por la rentabilidad.

La paciente labor de análisis de los especialistas en blanqueo de la policía nacional, que ha requerido el estudio de miles de documentos y el rastreo de un sinfín de productos bancarios, ha dado ahora sus frutos. Además del hotel, el hostal o el centro comercial, la policía ha intervenido una treintena de apartamentos, chalés y viviendas de todo tipo, parte de las cuales -"las más lujosas", según los investigadores- eran las que elegían como domicilio personal los detenidos.

El método siempre era el mismo. Las redes mafiosas cometían los delitos en territorio ruso o en otros países del antiguo telón de acero. El dinero obtenido era enviado, a través de un complejo entramado empresarial de sociedades interpuestas, hasta España. Casi siempre se servían de transferencias financieras internacional, realizadas con el consejo del asesor de la banda para no levantar sospechas.

Una vez en manos de los especialistas en el lavado del dinero, invertían en propiedades inmobiliarias, pero tampoco se privaban de comprar coches de lujo, además de productos financieros de toda índole, pero siempre de alta rentabilidad.

La red canalizó en pocos días seis millones

La segunda fase de la operación Java, desarrollada en junio en Cataluña, sirvió para comprobar, entre otras cosas, la solvencia de los inversores y su "profesionalidad". En unos pocos días, la trama se las ingenió para canalizar, de golpe, seis millones de euros procedentes de las actividades criminales en países del Este. Ese dinero sirvió, entre otras cosas, para adquirir el hotel de la playa de Cunit. Un responsable policial matizó ayer que, pese a la intervención cautelar de los negocios, éstos continúan abiertos al público. Además, la policía ha bloqueado productos financieros por "un importe millonario"