La muerte de un hombre de 34 años de edad a manos de su novia de 42 años, ambos de nacionalidad rumana, durante la noche del pasado sábado en el municipio de Alberic podría contar con la implicación de terceras personas, aunque la presunta culpable haya confesado su autoría de forma individual.

Las dudas se ciernen sobretodo en el transporte del cadáver a un huerto de naranjas cercano al domicilio donde se produjeron los hechos. La ausencia de grandes rastros de sangre y la dispersión de la misma -las manchas no son iguales si se carga el cadáver a dos metros sobre la espalda o se levanta a escasos centímetros del suelo por dos personas- alimentan una hipótesis sobre la participación de nuevos implicados.

A su vez, el hecho de que la pareja viviera en un "piso patera" con otras catorce personas plantea ciertas incógnitas sobre la ausencia inicial de colaboradores, ya que es difícil que los otros residentes no oyeran ningún ruido que los hubiera alertado.

Peleas frecuentes

Según se ha podido saber en el transcurso de la investigación, las peleas entre la pareja eran frecuentes, ya que eran conocidos por su afición a la bebida, "entraban en el cuarto y discutían. A veces, ponían la música muy alta y cuando acababan la quitaban".

A su vez, la presunta homicida presentaba diversas contusiones en la cara -la mejilla hinchada- y varios arañazos en los brazos. Todo apunta a que la pareja protagonizó una acalorada discusión en su habitación del piso, durante la que la mujer propinó un fuerte golpe con una botella, que causó que su novio cayera al suelo. Acto seguido, ella habría abandonado el lugar de los hechos y cerrado la puerta de la habitación, para volver horas más tarde.

La circunstancia de que se ausentara, negando la posibilidad de cualquier asistencia médica para salvar la vida de la víctima, también podría ser causa de la muerte. A su llegada al lugar de los hechos durante la madrugada, los sanitarios no pudieron hacer nada para reanimar a la víctima.

Las primeras pesquisas contaron con el obstáculo del idioma, ya que la mujer no mostraba signos de hablar el castellano con fluidez, ni tampoco el resto de personas congregadas. De hecho, la dueña del inmueble donde ocurrió el suceso se trasladó a la zona para asumir funciones de "intérprete temporal", hasta la llegada del profesional oficial. Fuentes de la investigación confirmaron que la sospechosa mostraba "una actitud pasiva, como si se estuviera dando poco a poco cuenta de lo que había sucedido".

Otro de los hechos que ha sorprendido a los responsables de la investigación ha sido el hallazgo de un palo de grandes dimensiones en una de las manos de la víctima. El dato de que el hombre estuviera agarrado plantea diversas preguntas, aunque la existencia de gran cantidad de barro en la cara del cadáver y la posición de decúbito -boca abajo- en la que se encontraba descartan, en principio, que estuviera vivo a su llegada a la zona de naranjos.

Por otra parte, la versión defendida por los otros residentes del inmueble apunta a que fue una de las compañeras la que divisó por la ventana a la mujer trasladando a la víctima. Tras alertar a las otras personas, comenzaron a indagar sobre lo sucedido. Tras unos primeros momentos en los que la presunta homicida negaba los hechos -aduciendo que el hombre le había robado el dinero y los papeles para irse fuera-, al final reconoció "haberle dado un golpe, sin intención de matarle". El suceso tuvo lugar en una casa ubicada en el barrio conocido con el sobrenombre de "la finca roja", una de las zonas más conflictivas de Alberic.