La actividad en el edificio donde se vivió el drama, en la calle Poetisa Leonor Perales i Escalante de Castellar, es mínima. Solamente los curiosos se frenan frente al portal o la fachada para observar como la mayoría de las persianas están bajadas y como alguna mancha de sangre recuerda la tragedia. Hay poco movimiento en las viviendas. Los vecinos han tenido que soportar un fin de semana muy duro psicológicamente para asimilar lo acontecido.

Con el rostro serio un hombre responde a si han pensado en dejar de vivir en el inmueble. «No nos planteamos irnos de momento. Aunque sí. Es cierto. Cuando bajamos no encontramos a nadie en las escaleras. Esto es un edificio fantasma».

El silencio y la tranquilidad se concentran en la segunda planta, donde ocurrió todo. Allí salvo una vivienda —la que no recibió los ataques de José Francisco Planells— el resto están vacías: la casa del agresor (que vivía con su mujer e hija de siete meses), la de la anciana (que vivía sola) y la de la familia Julián-Vila (el padre y su hijo de 13 años murieron, la madre está ingresada herida grave en La Fe y otro hijo de 16 años está en casa de los abuelos).

Entre los vecinos del edificio siguen dándole vueltas al terrible suceso. «Las relaciones eran normales. Nada nos indicó que podía pasar algo», explicó una mujer en la calle.

Otros familiares de los habitantes de la finca se acercaron ayer para realizar una visita. «Hemos venido a ver a nuestra tía, para ver como está», explicaron.

De los afectados por las agresiones nadie sabe si regresarán a la casa. Todo el pueblo quiere pasar página y sobreponerse al duro golpe y demostrar que Castellar es una pedanía de Valencia tranquila y amable. Pero para los dueños del bloque de pisos no es fácil. Tendrá que pasar un tiempo para borrar el drama.

En el rellano de la segunda planta todavía se percibía ayer lo que sucedió el viernes por la noche. Pequeños rastros de sangre y las puertas dañadas, sobre todo la del número cinco. Fue en esta casa en la que José Francisco planteles acuchilló primero al niño de 13 años hasta la muerte, luego hizo lo propio con su padre, que también pereció, y después dejó herida grave a la madre y esposa.