Los dos hombres acusados de asfixiar hasta la muerte a Isabel Sanz, de 79 años, tras entrar a robar en su piso de Xirivella la madrugada del 2 de junio de 2010, confesaron ayer, durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Valencia, el robo y reconocieron haberle puesto una manta en la cabeza a la víctima para evitar que gritara, pero negaron que tuvieran intención alguna de acabar con la vida de la anciana. "Nos asustamos y le pusimos la manta encima para que dejara de gritar", aseguró uno de ellos. "Cuando escapamos de allí todavía estaba viva, aún gritaba un poco", alegó el otro.

No obstante, la versión de la Fiscalía es bien distinta, ya que entiende que los dos acusados asfixiaron a su víctima tapándole las vías respiratorias con la citada manta, "con el ánimo de acabar con su vida", para posteriormente sustraer las joyas que la anciana tenía en la casa sin oposición alguna. De hecho, el Ministerio Fiscal modificó ayer sus conclusiones provisionales al calificar los hechos de robo con violencia y un delito de asesinato, en vez de homicidio, como en un primer momento consideró. Así, solicita una pena de 26 años de prisión para uno de ellos, al que también imputa un delito de resistencia, y 25 años para el otro.

Un tercer acusado, a quien se le atribuye sólo el robo, se encuentra en paradero desconocido después de que ayer no se presentara al juicio. El juzgado ha ordenado su búsqueda y detención para llevarlo ante los tribunales. Este tercer sospechoso, que presuntamente fue la persona que planeó el robo pero que no llegó a entrar en la vivienda, fue detenido en diciembre de 2011 en Castelló. Aunque en un primer momento el juez decretó su ingreso en prisión, tan sólo dos semanas después fue puesto en libertad con cargos y huyó supuestamente al extranjero.

Los tres acusados, de nacionalidad rumana, planearon el robo la noche del 1 de junio de 2010. "Nos dijo que los dueños de la casa estaban de vacaciones", explicó uno de los acusados refiriéndose al tercero que permanece desaparecido. Horas después, en torno a las cinco de la madrugada, se descolgaron desde la azotea con una cuerda y entraron a través de la ventana de la cocina.

Los dos acusados presentes en el juicio entraron en la casa, mientras el tercero se bajó a esperarlos en el coche. Fue entonces cuando Isabel los sorprendió y comenzó a gritar para pedir auxilio. "Pensábamos que la casa estaba vacía, si llego a saber que hay alguien dentro no entro a robar. No quería perder mi juventud en la cárcel", argumentó uno de los acusados.

"Pasó todo muy rápido, de repente escuché un grito y nos escondimos en una habitación". "Le tapamos la boca con la mano y como seguía gritando le pusimos la manta en la cabeza", reconoció. "Cuando empezó a chillar sólo queríamos escapar, no quería hacerle ningún daño", alegó uno de ellos. Asimismo, ambos imputados negaron haberle propinado un puñetazo a la víctima.

La familia de la fallecida quiso destacar la excelente labor de la policía en la resolución del caso y confían en la Justicia para condenar a sus presuntos verdugos.