La sección segunda de la Audiencia de Castellón ha confirmado una condena de 180 euros de multa y una indemnización de 12.307,42 euros para un hombre por las lesiones que su perro provocó al morder a una niña de dos años que estaba en su vivienda.

De esta forma, la sala desestima un recurso de apelación interpuesto contra una sentencia del juzgado de instrucción número 4 de Nules (Castellón) que condenó al propietario del animal como autor de una falta contra los intereses generales.

La sentencia estimó probado que el 15 de enero de 2011 la perra del denunciado estaba suelta cuando recibió en su casa la visita de la niña y del padre de la menor. Cuando los dos hombres se fueron a preparar la comida, sin saberse el motivo, puesto que nunca había ocurrido, el animal se levantó de donde estaba tumbado y mordió a la menor, que se encontraba en otro lado de la casa.

La perra, de raza Mallinois, parecida a un pastor alemán, pesa 30 kilos y nunca hasta ese día había atacado a nadie. Como consecuencia del ataque del animal, la niña sufrió lesiones que requirieron tratamiento médico-quirúrgico y tardaron 16 días en curar y le quedaron como secuela dos cicatrices en la cabeza.

Relajado el control

El condenado alegó en el recurso que no se dejó al perro suelto ni en condiciones de causar mal, ya que el animal se encontraba dentro de la vivienda, "siendo el propio denunciante el que aceptó tal situación como de total normalidad", y añadía que si el padre no hubiera relajado el control sobre su hija, los hechos no se habrían producido.

La Audiencia desestima el recurso y reproduce el razonamiento de la sentencia respecto a que el perro debe considerarse como un animal feroz y dañino, con independencia de que dicha raza no esté incluida entre las especialmente peligrosas, pues es un animal "de notable potencia, dimensiones y envergadura", que atacó a la menor "sin que existiera por ésta ningún tipo de hostigamiento", lo que "evidencia su fiereza y peligrosidad".

Además, la sala indica que lo que la norma de cuidado exige en los casos de entrada de personas en el lugar en que se tiene un animal potencialmente peligroso es tenerlo controlado en todo momento, exigiendo que esté atados o controlado en un habitáculo cerrado.