Planells es el único que confía en Planells
El acusado del triple crimen de Castellar era un perfecto desconocido para sus familiares y allegados
Ramón Ferrando | Valencia
Nadie se explica lo que pudo pasar por la cabeza de José Francisco Planells el 28 de octubre de 2011 cuando cogió un cuchillo de cocina y mató a tres vecinos y dejó heridos a otros dos. Los forenses que lo examinaron están convencidos de que él sabe por qué lo hizo, pero no lo ha querido revelar.
Las conclusiones de los psiquiatras sobre el comportamiento del acusado fueron tan contundentes que el fiscal elevó su petición de condena de 45 a 69 años y las acusaciones particulares reclamaron 90 años. La defensa solicitó la absolución al sostener que no dominaba sus actos tras haber consumido casi dos litros de alcohol y un gramo de cocaína. Planells admitió uno de los tres crímenes, pero aseguró que no vio al menor de 13 años al que presuntamente asestó 20 puñaladas ni a la anciana de 77 años que mató tras darle una cuchillada en el corazón.
Los forenses que emplearon ocho meses en el elaborar el informe mental del acusado tras entrevistarse tres veces con él consideran que actúa y no dice toda la verdad.
Los especialistas en psiquiatría del juzgado han comprobado que el acusado tuvo comportamientos muy reflexivos: «No hizo daño a su hija de siete meses; recuerda que bajó un vecino (Vicente Salvador, que salvó la vida tras recibir varias puñaladas); tiró el cuchillo; se cambió las zapatillas con sangre; no tuvo alucinaciones (no escuchó voces); llamó a su madre al acabar; sabía que estaba en su casa; y no lo llevaron al hospital por problemas psíquicos».
Los psiquiatras, menos el especialista que contrató la defensa, sostienen que estos indicios confirman que no actuó como un autómata y que sabía lo que hacía.
La clave está en qué llevó a Planells a dejar a su hija de 7 meses en casa de su vecina Dolores Vila para regresar a los cinco minutos armado con un cuchillo de cocina.
María Isabel G., la exmujer desde febrero del acusado, explicó en el juicio que le controlaba el dinero porque tenía problemas de ludopatía. Planells se gastó ese día 50 euros más de los que tenía y dejó a deber medio gramo de cocaína. Fuentes próximas a la investigación indicaron que el móvil que desencadenó el suceso pudo ser el robo para que su mujer no descubriera que se había gastado ese dinero y el asunto «se le fue de las manos».
Obsesión por los 50 euros
Planells aseguró a los psiquiatras que dejó a su hija en casa de Dolores Vila (algo que no había hecho nunca) porque no quería que le viera consumir el último medio gramo de cocaína. Sin embargo, los forenses consideran absurda esta versión porque la niña tenía 7 meses y él podía haber consumido la droga en el cuarto de baño. Según la teoría del robo, Planells fue a casa de su vecina a intentar llevarse algo de valor al descuido porque estaba obsesionado con los 50 euros que le faltaban. El acusado le preguntó a Dolores Vila si estaba sola y ella le contestó que su marido y su hijo de 13 años se encontraban en la vivienda. En ese momento, subió a su vivienda y cogió el cuchillo.
El procesado insistió en la vista en que no sabe por qué cogió el arma y la escondió entre sus ropas. Sin embargo, los forenses advirtieron al tribunal de que «cuando coge el cuchillo sabe a lo que va». El procesado entró en la vivienda, apuñaló por la espalda a su vecina (que logró huir) y supuestamente mató al marido de Dolores Vila y a su hijo de 13 años. Después, salió del piso con su hija, la dejó en su casa, y mató a la anciana y dejó herido grave a su vecino Vicente Salvador. Los expertos reconocen que la cocaína y el alcohol dispararon su agresividad.
Los forenses que han examinado a Planells coinciden en que no es un psicópata porque «no cumple los criterios», pero han apreciado que tiene algún rasgo ya que es una persona «manipuladora». El acusado rompió a llorar al testificar su exmujer y sus familiares. Los psiquiatras creen que no pudo controlar sus emociones porque «es consciente de todo lo que ha perdido».
José Francisco Planells aseguró en el juicio que hasta que ocurrieron los hechos estaba felizmente casado. Este extremo tampoco cuadra a los especialistas que han examinado el caso porque la mujer pidió la separación poco después del triple homicidio y obtuvo el divorcio en febrero. «No da la sensación de que fuera una pareja tan perfecta», sentenciaron fuentes próximas al caso.
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