El historial de videojuegos servirá de prueba contra el joven que mató a su padre

La familia de la víctima quiere evidenciar el perfil psicopático del joven El asesino utilizó un arma casera inspirada en «Dead Rising 2»

m. ollés / b. palau palma

Cinco días después de matar a golpes a su padre, Andreu Coll encendió su videoconsola para dar rienda suelta a su principal afición. El joven continuó con sus partidas del violento videojuego «Dead Rising 2», una de cuyas armas, un palo con clavos, había utilizado para cometer el crimen. Aquella mañana consiguió el trofeo llamado «Matanza de zombis» tras conseguir acabar con 500 de estas criaturas virtuales.

Así consta en el historial de jugador oficial del acusado, que utilizaba en la red el apodo de «Tacticomen». El abogado personado como acusación particular en la causa en nombre de la hermana y el padre del empresario de Alaró asesinado, presentará en breve en el juzgado que instruye el caso este listado como prueba. En él figuran los 21 títulos a los que Andreu Coll jugaba compulsivamente con su amigo y coautor del crimen Francisco Abas.

Dieciséis de estos juegos son de temática violenta, algunos en escenarios bélicos como «Call of Duty» y «Medal of Honour» y otros ambientados en ciudades arrasadas repletas de zombis a los que había que eliminar, como «Dead Rising 2». Coll era también asiduo jugador de simulaciones de conducción.

Con esta prueba, el letrado pretende evidenciar el perfil agresivo y psicopático del joven, obsesionado por los videojuegos violentos que pudieron servirle de inspiración para llevar a cabo el crimen.

De hecho, entre las armas que Coll y Abas utilizaron para propinar unos 40 golpes a la víctima figura un palo con cuatro clavos en uno de sus extremos que él mismo construyó un mes antes del asesinato. Un arma muy similar a la que esgrime el protagonista de «Dead Rising 2» en algunos pasajes del juego, aunque el acusado afirmó que la había construido porque es «creativo».

Los dos jóvenes explicaron tras ser detenidos que el origen de su amistad fue precisamente su afición a «Call of Duty», al que ambos jugaban online. En diciembre de 2011, tras coincidir en varias partidas, formaron un equipo que ya no se disolvió. Llegaban a jugar «desde las once de la mañana hasta la hora de comer, y después hasta las tres de la madrugada» según contó Abas al juez. Su vínculo creció hasta llevarles a conocerse en persona. Coll viajó en una ocasión a Zaragoza y el joven maño fue a la isla dos veces, la última pocos días antes de cometer el asesinato del empresario. En su declaración, Abas explicó que su amistad con el joven mallorquín, del que acabó enamorándose, suplía la falta de amigos en su ciudad.

Ambos declararon también que su intención era irse a vivir juntos, idea que la víctima no veía con buenos ojos. Según explicaron, pensaban que tras la muerte de Andreu Coll Bennàsar las cosas les irían mejor y podrían llevar a cabo sus planes, aunque precisaron que la fortuna del empresario, quien murió tras una férrea resistencia durante la cual lo golpearon hasta 40 veces con todo tipo de objetos, incluido un altavoz, no fue el móvil del crimen y que solo después de acabar con su vida pensaron en ella.

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