Rescatan a un niño retenido en Alzira para obligar a su madre a prostituirse

­El Grupo de Operaciones Especiales (GOES) de la Policía Nacional rescató ayer en Alzira a un niño de siete años y detuvo a dos hombres de origen rumano, entre ellos el padre del menor, después de que una red para la que supuestamente trabajaba se apoderara del niño como forma de coaccionar a la madre para que siguiera ejerciendo la prostitución. El niño desapareció el pasado 14 de julio, un par de días después de que su madre, también de origen rumano, se personara en el cuartel de la Guardia Civil de Catarroja para denunciar que estaba siendo obligada a prostituirse. El padre, casado con otra mujer, mantuvo escondido al niño tras esa desaparición hasta ayer, si bien, al parecer, el cabecilla de la red ha podido escapar.

La investigación realizada por la Unidad de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (Ucrif) condujo hasta una vivienda de la calle Colón de Alzira, donde agentes del GOES tomaron posiciones sobre las 4.30 de la madrugada de ayer y, tras abrir con un ariete la puerta de la calle, entraron en los dos pisos en que se encuentra dividido el inmueble, ambos ocupados por familias rumanas. Testigos presenciales señalaron que, poco después, la policía bajaba con un niño «enrollado en una manta» y cinco minutos más tarde salía con dos hombres esposados.

Una mujer que reside en la vivienda en la que se encontraba el menor rescatado señaló a Levante-EMV que todo se debía a una «confusión» que hoy se debería aclarar, mientras que Florica, la vecina de arriba, aseguraba no entender por qué la policía había arrestado a su marido. Según su versión, la única relación que mantenían con los inquilinos del piso de abajo era de vecindad. «Somos vecinos, pero no tenemos amistad», comentó.

La investigación para localizar al niño llevó a las fuerzas de seguridad a la vivienda del padre, ubicada en la calle Colón de Alzira, que la policía cortó sobre las 4,30 de la mañana. Un furgón camuflado aparcó en las inmediaciones de la casa y, tras él, otros tres vehículos sin ningún distintivo policial.

El grupo de Operaciones Especiales, «perfectamente equipado como en las películas», según un testigo, con chalecos antibalas, subfusiles, pasamontañas y cascos, tomó posicionen en torno al número 14 y, tras abrir de un golpe con un ariete la puerta inferior del inmueble, enfiló escaleras arriba hacia las dos viviendas.

Desde la calle ya únicamente se oyeron algunos gritos en que los agentes se identificaban como policías y ordenaban a los ocupantes que se tiraran al suelo. «Ha pasado todo en diez minutos», resumió un testigo. Las fuerzas de seguridad devolvieron ayer al menor a su madre.