La Guardia Civil investiga el fallecimiento de un alemán de 65 años, Rainer Volker, que fue amordazado, maniatado y golpeado con brutalidad, junto con su mujer, Irene K., de 76, el pasado viernes durante el asalto a su domicilio, un apartamento al que hacía poco se habían mudado en sa Coma, en Sant Llorenç des Cardassar.

El cadáver del hombre no fue descubierto hasta la medianoche del viernes al sábado, varias horas después del atraco. Su pareja sollozaba, atada a una silla, también con una mordaza en la boca. Los vecinos de la finca, extrañados al no verles en todo el día, dieron la voz de alarma al anochecer a la Policía Local, cuyos agentes derribaron la puerta del piso y encontraron al hombre ya sin vida con un saco en la cabeza y a su compañera, malherida en el baño.

La mujer fue trasladada en ambulancia al hospital de Manacor. Presentaba múltiples golpes y un traumatismo craneoencefálico como consecuencia de la paliza recibida.

Los agentes del Grupo de Homicidios de la Policía Judicial de la Guardia Civil ayer se volcaron en la búsqueda de los asaltantes. Los investigadores manejan como principal hipótesis el móvil del robo, pero no descartan otras posibilidades. Los intrusos accedieron al domicilio sin forzar la puerta y emplearon una violencia extrema contra los moradores.

El fallecido acababa de vender su restaurante, un establecimiento que había regentado en Cala Millor durante unos 20 años. Hasta hace poco, había residido también en Cala Millor, pero hace unas semanas se mudó a un apartamento en sa Coma con su pareja. Según indicaron ayer sus allegados, había preparado su jubilación tras la venta del restaurante. Unos conocidos detallaron que el local lo había vendido por unos 300.000 euros a unos ciudadanos rusos. Este hecho podría ser una de las claves del asalto en su nueva casa.

Cuando la Guardia Civil llegó al lugar, el apartamento se encontraba completamente revuelto y desordenado. Ayer no había trascendido si los intrusos consiguieron o no el botín. Los primeros datos recabados apuntan a que los delincuentes previamente habían seleccionado a las víctimas y conocían perfectamente su situación económica. La pareja germana, ya mayor, acababa de realizar una mudanza al cuarto piso de la calle Ficus número 3-B, cosa que no pasó inadvertida por los asaltantes.