B. G. S., la joven acusada del accidente de tráfico registrado en la Avenida Blasco Ibáñez de Valencia en noviembre de 2010, que se saldó con dos jóvenes fallecidos y otro herido, ha afirmado que ese día "solo" tomó dos tercios con una amiga, y ha destacado que no conduce "en plan loca" saltándose semáforos. Frente a esta versión, el ministerio fiscal mantiene que sobrepasó hasta ocho semáforos en fase roja antes de chocar con el vehículo en el que viajaban las víctimas.

La joven, de 22 años en el momento del accidente, se ha pronunciado de esta forma en el juicio que hoy ha comenzado contra ella en el juzgado de lo Penal número 7 de Valencia. Se enfrenta a cuatro años de prisión, tal y como solicita la fiscal, por dos delitos de homicidio por imprudencia grave, un delito de lesiones por imprudencia grave, y un delito de conducción con temeridad. Asimismo, en la vista también figura como acusado su padre, en calidad de responsable civil subsidiario, ya que es el dueño del coche siniestrado y el titular del seguro.

El juicio ha empezado casi tres años después de registrarse el incidente, después de que en noviembre del pasado año, mes en el que se señaló la vista, ésta se suspendiera ante la petición de nuevas pruebas por parte de varios letrados, y por la falta de calificación del letrado de la aseguradora del vehículo. Las partes habían llegado a un acuerdo previo antes de la vista, que consistía en evitar la cárcel para hacer seis meses de trabajos sociales, pero no pudo materializarse ante la oposición de la fiscal.

La primera en declarar ha sido la acusada, quien no se ha disculpado en ningún momento por lo ocurrido, aunque sí ha tenido que interrumpir su declaración tras emocionarse cuando indicaba que tenía un hijo de un año y medio y que tras el incidente había tenido que recibir tratamiento psicológico.

"Solo me tomé dos cervezas esa noche", ha insistido la acusada a lo largo de su declaración, quien ha narrado que quedó con una amiga y se tomaron una cerveza "con unas aceitunas" y luego, en otro bar, otra cerveza más "con unas bravas". "Y no me tomé nada más", ha insistido. Entonces, preguntada por qué dio positivo en el test de alcoholemia, ha indicado: "no me lo explico y yo de tasas no entiendo".

Tras pasar alrededor de tres horas con su amiga, sobre las 23.20 horas se fue a recoger a su hermano, con quien había quedado. Una vez ya en el coche, no recuerda casi nada. Así, ha comentado que "solo" se acuerda de "ir por Blasco Ibáñez", pero no de haberse saltado ningún semáforo en fase roja de ni haber tenido que esquivar a otro vehículo para evitar que colisionaran: "por mi manera de conducir no voy saltándome semáforos en plan loca", ha agregado.

Velocidad "prudente"

En esta línea, ha señalado que no recuerda tampoco que pusiera la cuarta marcha en el coche porque, además, ella "suele" poner "siempre" la segunda y la tercera "para ir por la ciudad". Preguntada entonces por qué podría haberse activado la cuarta marcha, ha indicado que "puede que se cambiara sola, del golpe". Asimismo, interpelada por si recuerda la velocidad a la que circulaba, ha asegurado que no, pero imagina que sería "prudente".

Respecto al choque, ha dicho que tampoco recordaba nada, y que se despertó en el coche y vio "todo oscuro": "luego oí unas voces y ya no recuerdo nada más". En cuanto a su traslado al hospital para ser atendida de las lesiones que presentaba, ha comentado que recuerda "cuatro o cinco cosas", es decir, cuando entró en la camilla, en el box mientras le miraban la vista, cuando le llevaron en ambulancia a otro hospital, y después al operarse y despertarse "tumbada en la camilla".

Asimismo, ha explicado que recuerda que se le acercaron dos agentes de Policía Local y le practicaron la prueba de alcholemia, que a la tercera arrojó un resultado de 0,35 miligramos de alcohol, cuando lo permitido para su caso eran 0,15, ya que se trataba de una conductora novel.

Seguidamente, ha indicado que un agente le sacó un papel y le dijo que lo tenía que firmar para hacerle una analítica de alcohol en sangre. "Me dijo que si no lo firmaba, iría al calabozo y pasaría allí la noche", y "me habló de un delito". "Me decía que era un delito y accedí, con el consentimiento de mi padre", ha afirmado. "Nos sentimos coaccionados", ha insistido, aunque ha afirmado que no han puesto ninguna denuncia al respecto porque "no es momento con todo esto".

La botella de whisky

El día del incidente fue hallado en el vehículo de la acusada una botella de whisky. Preguntada por este aspecto, ha señalado que no era suya, sino de su hermano, y que "estaba vacía". Ha explicado que éste colecciona botellas y que la misma se encontraba ahí "desde hacía más de un año".

Tras la acusada, le ha llegado el turno a su padre, quien ha declarado como responsable civil subsidiario. Ha reconocido que era el dueño del coche, y ha dicho que éste lo utilizaban sus hijos indistintamente. Ha interrumpido su declaración para dar el pésame a las familias de las víctimas, y en ese momento se ha podido escuchar en la sala un "¡Ahora!".

Sobre los hechos, ha explicado que ese día recibieron una llamada del hospital y les comentaron que su hija había sufrido un accidente. Se desplazaron hasta allí y al rato llegaron dos agentes de Policía para hacer las pruebas de alcoholemia. "Uno de ellos dijo en voz alta que había dado 0,35, y así como diciendo que la había pillado", ha narrado. Respecto al análisis de sangre, ha comentado que se sintieron "amenazados" y que accedieron a su práctica porque quería que su hija durmiera esa noche en casa, con ellos, y no que fuera a un calabozo. "Esa noche mi hija tenía que dormir en casa", ha insistido.