La Guardia Civil detuvo en la madrugada de ayer en Náquera a un presunto ladrón sospechoso de haber asaltado más de un centenar de chalés de ese municipio tras un tiroteo con agentes del instituto armado a los que intentó matar con una barra de hierro cuando trataban de arrestarlo.

Los hechos sucedieron pasadas las cuatro de la madrugada de ayer, cuando el ahora detenido, de origen magrebí y residente en Rafelbunyol, salía de un chalé de la urbanización Lloma Llarga de Náquera, un núcleo de viviendas diseminadas de ese municipio, cargados con numerosos objetos que presuntamente acababan de sustraer.

Según ha podido saber Levante-EMV de fuentes vecinales, los agentes les dieron el alto a los ladrones, que no sólo no obedecieron, sino que salieron corriendo hacia los guardias civiles. Ante esa actitud, los agentes, que se encontraban en un campo de naranjos, repitieron la orden de alto y encañonaron a los ladrones. Según las citadas fuentes, al parecer los dos guardias realizaron varios disparos intimidatorios al aire, pero ni siquiera las detonaciones frenaron a los atacantes.

Uno de ellos, al parecer, blandía una barra de hierro y justo cuando iba a descargarla sobre los guardias civiles, uno de ellos realizó un disparo disuasorio que alcanzó al sospechoso en la pierna. Los médicos que le atendieron observaron que el proyectil, que impactó por encima de la rodilla, tuvo una entrada limpia y salió por la parte posterior de la pierna, por lo que no causó heridas graves al presunto agresor.

Los agentes detuvieron al sospechoso y pidieron asistencia médica para él, lo que dio tiempo a los dos hombres que le acompañaban a escapar por los campos próximos.

La banda a la que supuestamente pertenece el arrestado es responsable, al parecer, de más de cien robos cometidos en cinco urbanizaciones de Náquera entre agosto y la madrugada de ayer, según han denunciado los vecinos en varias ocasiones. Los ladrones solían entrar de noche, por la parte trasera de las viviendas, y se llevaban todos los elementos de metal de la casa, desde tuberías a grifos, pasando por calderas y cuanto objeto con salida en chatarrerías se topaba en su camino, dejando las casas completamente arrasadas y destrozadas.

Tanto es así, que los vecinos habían exigido al Ayuntamiento y a la Guardia Civil que tratasen de atajar una oleada especialmente dañina al tratarse de segundas viviendas, por lo que los ladrones podían entrar con total impunidad.