La noticia de la excarcelación de Miguel Ricart también cayó como una bomba en Catarroja, localidad donde el exconvicto nació hace 44 años. La mayoría de los vecinos no dudaron a la hora de mostrar su rechazo hacia la figura del triple asesino.

Sin embargo, no todos son tan reacios. Es el caso de Salvador Pons, amigo desde la infancia del hombre condenado por los críemens de Miriam, Toñi y Desirée. Salvador es trabajador municipal y apuntó ayer que «yo sólo tengo recuerdos buenos de Ricart, esa es la verdad. Está claro que lo que hizo no tiene nombre, que no se le puede perdonar, que si fue condenado es porque había pruebas, pero no puedo decir nada malo de las experiencias que pasé con él. Y fueron muchas, hasta los 21 años».

«Me llevaba a cuestas»

Pons comentó que «tengo muchas imágenes en la retina, vivimos una y mil fiestas. Recuerdo cuando yo tenía 14 años y el 16 y me operaron de los pies. Él me llevaba a cuestas a todos lados».

El trabajador municipal apuntó que «Miguel se independizó muy pronto, a los 17 años. Comenzó a trabajar y se fue a vivir de alquiler, algo que su padre nunca le perdonó. Sin embargo, a los 21 años lo perdió todo y nunca le dejaron volver a casa. Llegué a darle comida a escondidas, ya que mis padres no querían que me juntara con él. Fue entonces cuando comenzó a vivir con los Anglés. Intenté que dejara ese ambiente, pero me decía que así ya no era una carga para sus amigos».

El vecino de Catarroja comentó que «cuando vi la noticia de su implicación entré en «shock». Supe entonces que nunca acabas de conocer a una persona. Si lo viera ahora mi reacción sería de tratarlo como uno más, lo conozco y tengo más miedo de otros criminales que han salido». Pons expuso que «él tendrá tanto miedo como la sociedad le tiene a él. Creo que está marcado de por vida. Yo tengo mi vida y no puedo retomar una amistad de hace 20 años».