Un fatídico resbalón hizo que un hombre de 44 años perdiera la vida en Quart de les Valls el pasado sábado cuando salió por la mañana a dar un paseo por el monte con su escopeta. Al parecer, tras caer por una vaguada, el arma se disparó accidentalmente y una bala le alcanzó en el pecho de forma mortal. Ésta es la conclusión a la que han llegado los agentes de la Guardia Civil tras la investigación abierta después de que un familiar del fallecido denunciara su desaparición, al ver que tardaba en regresar de su habitual salida matinal. El hombre, según ha podido saber Levante-EMV, siempre solía ir a pasear entre las 7 a las 9 horas y, por ello, sobre las 11.00 llamó la atención que no hubiera vuelto.

Efectivos de la Guardia Civil iniciaron una búsqueda por los alrededores y, sobre una hora después, le encontraron en una zona de monte cercana al camí del Codoval, de difícil acceso, sin que ya se pudiera hacer nada por su vida.

La víctima, con mujer y tres hijos de entre unos ocho y cuatro años, solía acudir a Quart los fines de semana con su familia a un chalé situado en una enorme finca de naranjos que está en las inmediaciones del lugar donde el hombre, de nacionalidad inglesa, perdió la vida.

El fallecido era aficionado a la caza desde hace tiempo, según algunos vecinos, y por eso no sorprendió que hubiera salido con el arma aquella mañana.

Desde la Guardia Civil se estima que el accidente debió producirse porque el seguro de la escopeta no estaba puesto y, por ello, la caída accionó el disparo. Cazadores de la zona admitían a Levante-EMV que, en la mayoría de ocasiones, todos van por el monte con el arma cargada y sin el seguro puesto «porque así disparas más rápido si ves algo». Aunque estos accidentes mortales «no son habituales».

Esta tónica, en cualquier caso, se rompió el pasado sábado en Quart y, aunque el suceso tardó en trascender al producirse fuera del núcleo urbano, provocó muestras de dolor. «Es una pena que pasen estas cosas y más a un hombre joven, con niños. Ellos vivían en Valencia, pero solían venir aquí los fines de semana a uno de los chalés de la finca de la familia de la mujer y aunque estaban alejados del pueblo, se les solía ver yendo a misa. Ahora, de golpe, todo ha cambiado», comentaban algunos vecinos.