Donde dije digo, digo Diego. Esa parece ser la actitud adoptada por las reinas de la televisión matutina, Ana Rosa Quintana y Susana Griso, las directoras de los programas AR y Espejo Público de Telecinco y Antena 3, respectivamente, a la hora de exhibir sus logros con Miguel Ricart en las primeras horas de libertad del único condenado por el triple crimen de Alcàsser.

Ambas dieron ayer marcha atrás y renunciaron a emitir una sola imagen o declaración del recién excarcelado, presionadas por el rechazo unánime de la opinión pública al conocerse que una reportera de la primera y otro de la segunda habían intentado seducir a Miguel Ricart la noche de su excarcelación.

En el caso de Espejo Público, el periodista del programa logró por fin arrinconar en un callejón de la estación de Linares-Baeza (Jaén)al recién excarcelado, y grabó imágenes y frases robadas, con la ayuda de una tableta. La cadena colgó en su web a primera hora del sábado el anuncio de que disponían de las imágenes de Ricart destapado en exclusiva —él no accedió a dejarse retratar a cara descubierta, ni fue consciente de que estaban grabándole—.

Ni siquiera la conversación era en exclusiva: para entonces, el exconvicto ya había hablado a lo largo de 70 minutos con el redactor y fotógrafo de Levante-EMV Fernando Bustamante, en el trayecto de tren entre Manzanares y Linares-Baeza, donde bajó del convoy en un intento, estéril finalmente, por despistar a las teles, lo que prueba que no había acuerdo previo alguno con el triple asesino, con quien no llegaron a contactar estando en prisión.

Sin embargo, la reportera de AR y el de Espejo Público descendieron del tren al ver que Ricart lo hacía y le persiguieron hasta el callejón. Desde allí, fueron tras él primero, y a su lado después. Ya juntos alcanzaron una calle del pueblo.

Escoltado hasta comisaría

Cuando llevaban tres cuartos de hora con él, dos coches patrulla de la Policía Nacional pusieron fin al acoso y se llevaron a Ricart camuflado a la comisaría de Linares. El reportero de Espejo Público regresó de inmediato a Madrid, ya con las imágenes en el bolsillo —la Policía le requirió el dispositivo, pero no encontró las imágenes grabadas—, pero la periodista de AR esperó a que llegase su compañera con el coche y ambas se fueron a las dependencias policiales, según confesó a este diario la reportera y anunció ella misma a los agentes, que no se opusieron una vez que Ricart les explicó que su intención era «irse en el coche con esa señorita».

Así comenzó el periplo de Miguel Ricart con el equipo de Cuarzo, la productora de Ana Rosa. Bajo la estrecha vigilancia de la Policía y de la Guardia Civil, Ricart y las dos periodistas se fueron a Madrid, donde se alojó en un hotel de cuatro estrellas cuya cuenta no se ha especificado quién la pagó. Según algunas fuentes citadas por Telemadrid, esa misma noche habría estado de copas en un club nocturno de la capital española que él no abonó.

Al día siguiente, tras dormir hasta bien entrada la mañana, las reporteras lo recogieron y viajaron por la autovía A3 hacia Valencia, lo que desató todas las alertas policiales, ya que la presencia del triple asesino en el lugar donde cometió sus crímenes sólo puede acabar en conflicto. Sin embargo, se detuvieron en un restaurante de Perales de Tajuña (Madrid) y, al terminar, decidieron dar media vuelta cuando vieron que las perseguía un coche policial sin distintivos.

Para entonces, varios medios de comunicación escritos y todas las redes sociales se habían echado ya encima de la telebasura, criticando la entrevista que Antena 3 anunciaba como exclusiva y que prometía emitir el lunes en Espejo Público, así como la más que esperable aparición de Ricart en AR, como hacían presagiar los movimientos de las dos redactoras que llevaban una semana esperando su salida de prisión.

Ese rechazo unánime, unido a algún precedente con final infeliz—el hundimiento de La Noria tras entrevistar a la madre del Cuco, el menor absuelto de matar a Marta del Castilla, a cambio de 30.000 euros, está grabado a fuego en el recuerdo de las televisiones—, parece que han llevado a las dos cadenas a suprimir de sus escaletas cualquier mención a su contacto con Ricart.

Ana Rosa Quintana incluso llegó más lejos, al colgar en su web un comunicado en el que advierte que su programa «no paga ni a imputados, ni a criminales». Ayer, Quintana afirmó incluso desconocer el paradero de Ricart «que parece que se encuentra en Madrid», dijo en pantalla, obviando que sus reporteras se habían convertido en su sombra desde el viernes, algo que, de momento, parece que no les va a reportar rentabilidad.

En una pensión de Madrid

Según la cadena pública Telemadrid, tras su paso por el cuatro estrellas, dos mujeres que se identificaron como «trabajadoras sociales» se lo llevaron a una pensión, también en Madrid, adonde llegó «muy cansado» el sábado a última hora, según el recepcionista del hostal, que la autonómica no ha identificado.

«Las trabajadoras sociales nos han dicho que no salga de la habitación y que no hable con nadie. Lleva casi 24 horas ahí dentro», afirmaba el empleado de la pensión a las cámaras de la televisión madrileña el domingo. Al parecer, el recién excarcelado, que incluso le regaló su propio crucifijo a la recepcionista de la pensión, ya sólo lleva 5 euros en el bolsillo, porta el rostro más difundido en España en los últimos días y el efímero noviazgo con las televisiones se ha quedado en mero devaneo. Mal presagio para llevar a cabo sus anunciados planes de reinserción.