Otro punto esencial que analizan los investigadores del BEA es el que se refiere al sistema de cierre de las puertas de la cabina introducido en los aviones a partir de los atentados del 11-S de 2001 en Estados Unidos y que Lubitz utilizó para aislarse el día del choque. La exigencia de seguridad de ese sistema es «contradictoria» con un problema médico como el que tuvo lugar el pasado 24 de marzo. La presencia de dos personas de forma permanente en la cabina tampoco parece un elemento determinante, puesto que el BEA ha recopilado seis casos de suicidio de tripulantes, y solo en uno de ellos había una única persona al mando.