Otra vez se veían. Gema Ruiz, una vecina de Dénia de 48 años, creía que su pareja, José Navarro, de 47, había cambiado. Una orden de alejamiento le impedía desde diciembre acercarse a ella. Estaba condenado por maltratarla. Pero para Gema era difícil rehacer su vida y más cuando él la buscaba y le prometía que no volvería a amenazarla ni a pegarle. El miércoles, Navarro le pidió que le dejara quedarse a dormir en casa. Ella accedió. Le abrió la puerta. Volvieron a enzarzarse en una discusión. Cuando ella se durmió, él se levantó, fue la cocina y cogió un cuchillo. Volvió al dormitorio y le seccionó la yugular. También se autolesionó en una muñeca. Se hizo varios cortes profundos. Luego llamó al 091 y confesó el crimen.

El presunto asesino le dijo a los agentes de la Policía Nacional que había discutido con su excompañera por drogas. El hombre había tenido problema de adicción a los estupefacientes y bebía mucho alcohol. También afirmó que su expareja le había abierto la puerta voluntariamente. Navarro, conocido en Dénia como Cheché, fue trasladado al hospital de Dénia, donde permanece custodiado por agentes de la Policía Nacional. Está previsto que hoy pase a disposición judicial.

El crimen ocurrió sobre las cuatro de la madrugada. La vivienda donde vivía Gema de alquiler está en el número 5 de la céntrica avenida de Gandia. Los vecinos no escucharon nada. Eso sí, Mihaela, que accede a su casa por el mismo portal, aseguró que Gema seguía sintiendo miedo y que, de hecho, les había dicho que, por las noches, siempre cerraran con llave la puerta de la calle.

El presunto agresor le seccionó la yugular a su víctima sin que ella pudiera defenderse. La mujer no pudo accionar el sistema de protección que tenía en su móvil y que hubiera alertado al instante a la Policía Local de que el maltratador había roto la orden de alejamiento. Con todo, hasta ayer no había habido ningún incidente que ella hubiera denunciado. El hombre tenía prohibido comunicarse con Gema y acercársele a menos de 300 metros. Sin embargo, en el último mes, había empezado a verla de nuevo.

Los vecinos fueron enterándose poco a poco del asesinato de Gema. Todos coincidieron en que era «una bellísima persona». Alrededor de las ocho de la mañana, los agentes de la Policía Nacional volvieron a la vivienda, que sólo tiene 20 metros cuadrados. Iban acompañados de un técnico de la protectora de animales, que se llevó a los tres gatos de Gema. Los animales estaban todavía asustados. La habitación del crimen seguía revuelta y había salpicaduras de sangre incluso en el techo.

El barrio empezaba a despertarse. Al ver a los agentes, los vecinos empezaron a preguntar. Todos sabían que Gema vivía con miedo. El crimen causó gran consternación en Dénia. La mujer, que sufría una discapacidad física (tenía una atrofia hereditaria en las piernas que hacía que caminase con ellas arqueadas) frecuentaba el bar que está enfrente de su casa. Su propietario comentó a este diario que José Navarro era «muy machista y celoso» y trataba a su mujer, con la que tiene una hija de 26 años, con «gran desprecio». Mientras, María del Mar, que es la esposa del dueño del bar, explicó que la víctima nunca se había atrevido a denunciar a Navarro, pese a que la amenazaba, la insultaba y la golpeaba con frecuencia. «Le decía que si lo denunciaba, la mataría».

María del Mar escondió a Gema en la cocina de su bar cuando ésta sufrió la agresión por la que el hombre fue condenado en diciembre. «Cuando creíamos que se había ido, ella salió y fue a comprar al supermercado». Pero el agresor la vio y la siguió.

Eva María Rojas, la responsable del supermercado, explicó que los propios trabajadores se llevaron a Gema al almacén cuando entró su entonces pareja y empezó a insultarla y zarandearla. Mientras, una clienta llamó a la policía.

José Navarro fue luego condenado por los delitos de vejaciones y lesiones. El juez le impuso una orden de alejamiento que tenía vigencia hasta el 14 de abril de 2016.

La sentencia concluía que el pasado 19 de diciembre el agresor, tras discutir con su pareja en la vivienda, le dio una paliza y la causó un hematoma en la pierna derecha, el antebrazo izquierdo, el mentón y el esternón. También por esa agresión la mujer sufrió fuertes dolores en la región lumbar y en la boca. Al día siguiente, ocurrió la agresión en el supermercado. Entonces, Gema ya se atrevió a contar el calvario que sufría. Explicó por qué tenía los hematomas. Además, esa última agresión fue ante numerosos testigos.

La víctima ni siquiera le reclamó a su expareja por los daños sufridos. Ahora intentaba rehacer su vida y pasar más tiempo con su hija, que vive en Xàbia y que no quería saber nada se su padre. Pero el miércoles se dejó convencer por su maltratador y le abrió la puerta.