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María del Carmen, de 71 años y vecina de Benicalap, perdió la vida cuando disfrutaba tranquilamente de una limonada en compañía del que era su compañero sentimental desde hacía años. Ambos habían salido a pasear al perro y como todos los días tras la caminata decidieron reponer fuerzas y refrescarse en un establecimiento del barrio que la mujer se conocía como la palma de su mano. Sin embargo, habitualmente la pareja solía entrar en un bar situado justo debajo de su vivienda, aunque el lunes optaron por sentarse en la terraza de una cafetería próxima para disfrutar del buen tiempo a la vez que combatían el calor con «Trina de limón y Bitterkas».

«A las ocho de la tarde estaba sentada en un banquito enfrente de casa, y media hora después estaba muerta», lamentaba un conocido de la fallecida. «Federico solía venir con su coche todos los días a verla», añadía otro, a quien todavía le costaba creer lo que había ocurrido el día anterior.

Por su parte, los hijos de la fallecida, destrozados por lo sucedido y con rabia contenida contra el motorista que acabó con su vida, prefirieron no hacer declaraciones y pidieron respeto para su madre. Así confían en que «la Justicia haga su trabajo» y que al acusado «le impongan la mayor pena posible».