«Entró como un misil», así describen algunos de los heridos el momento en el que una motocicleta sin nadie a bordo embistió la terraza de la cafetería de Benicalap en la que estaban tranquilamente sentados combatiendo el calor. «Estábamos tomando una horchata y nos arrastró a todos sin darnos cuenta», relata Emilia y José, un matrimonio de septuagenarios que tuvieron que ser trasladados al hospital tras el accidente. «Cuando nos dimos cuenta de lo que estaba pasando estábamos tirados encima de las sillas y la gente gritaba, era espantoso», añade José.

«Estamos bien pero el susto no te lo quita nadie», explicaba Emilia, de 75 años, con el brazo izquierdo todavía dolorido. Su marido, de 76, sufrió un fuerte golpe en las costillas con la mesa en la que estaban sentados junto a otra pareja, pero tras realizarle unas placas en el hospital se descartó fractura alguna.

Peor suerte corrió María del Carmen, de 71 años, quien estaba sentada junto a su pareja en la mesa más próxima a la calle y recibió el impacto directo de la moto. Asimismo, tres de los 17 atendidos en el siniestro ocurrido a la altura del número 211 de la avenida Burjassot seguían ayer ingresados en el Hospital La Fe. Entre ellos un menor de apenas doce días, que se encuentra en observación pero fuera peligro, y una pareja de 28 y 26 años, estables dentro de la gravedad, según informaron fuentes sanitarias.

El joven motorista, de 28 años recién cumplidos, fue dado de alta la misma noche del accidente después de ser trasladado al Hospital Clínico, donde le tomaron muestras de sangre para ser analizadas y determinar si había consumido alcohol o alguna sustancia estupefaciente. A priori los agentes de la Policía Local de Atestados no detectaron que mostrara signos externos de influencia de bebidas alcohólicas, aunque se está a la espera de los resultados del Instituto de Medicina Legal de Valencia.

El joven fue interrogado en calidad de detenido y quedó imputado por un delito de homicidio por imprudencia. Según ha podido saber este periódico, a falta del atestado definitivo, el exceso de velocidad parece ser la principal causa de que perdiera el control de la motocicleta. De hecho, según se desprende del exhaustivo trabajo realizado en el lugar por el grupo de Atestados de la Policía Local, el motorista circulaba a una velocidad superior a los 80 kilómetros por hora.

David G. P., que trabaja como camarero en una empresa de catering, manifestó a los agentes que se cayó de la moto al tratar de esquivar un vehículo estacionado que se incorporaba al carril. No obstante, algunos testigos destacan que todas las mañanas y tardes lo ven pasar a gran velocidad y alguna que otra vez haciendo «caballitos». «Es él, la moto es inconfundible con el perfil de las ruedas en verde», asegura Sheila, «siempre pasa a la misma hora pero se ve que se retrasó y tenía prisa», critica esta trabajadora de la zona.

Emilia y José tratan de olvidar el susto que pasaron al ver la muerte cerca de ellos. «Estábamos a 30 centímetros de la fallecida, podíamos haber sido nosotros o cualquier otro», reconocen. «Nos vamos al pueblo -Los Pedrones (Requena)- a ver si allí estamos más tranquilos y no nos encontramos con ningún motorista a lo loco».