Viajaban en grupo. Todos eran amigos y hasta compañeros de trabajo, compartían la nacionalidad noruega y todos se alojaban en el mismo hotel, uno de los más lujosos y céntricos de la ciudad. Parecía el plan perfecto para despedir el agosto antes de regresar a las frías latitudes de Escandinavia. Y así lo disfrutaban hasta que el sábado la buena sintonía saltó por los aires en el spa. Justo en el espacio donde los huéspedes acuden en busca de relax fueron sorprendidos dos de los nórdicos en plena tensión sexual por quien menos se esperaban en ese momento: el marido. Pero como suele ocurrir en estos casos siempre surgen versiones para todos los gustos. Claro que algunas más creíbles que otras. La noruega denunció ante la Policía que cuando su esposo los pilló in fraganti estaba en realidad siendo violada. Una acusación gravísima sustentada en cambio sobre una coartada tan inconsistente que la juez de Vigo, tras escucharla a ella y a él, decretó el archivo de las diligencias abiertas por posible agresión sexual al tiempo que dejaba libre sin cargos al amante, en el calabozo todo el fin de semana.

Horas antes de que el arrestado compareciese ayer ante la magistrada titular del Juzgado de Instrucción 1 de Vigo, en funciones de guardia, fuentes de la investigación mantenían a preguntas de este periódico cierta prudencia sobre la veracidad de la violación. En ese momento los agentes aún recopilaban pruebas que confirmasen la acusación de la noruega. Pero a medida que avanzaban en las indagaciones más crecían las sospechas entre los investigadores de que el acercamiento de ambos noruegos, de forzado nada o como poco, tan compartido como placentero.

Tal vez el fragor del desenfreno les hizo descuidar la primera norma de las relaciones clandestinas: guardar las formas. El testimonio determinante en la investigación llegó de algunos empleados del hotel. Observaron a la denunciante y a su supuesto violador cogidos de la mano y hasta sonrientes. También otras personas aseguran que se comportaban con esa "chispa" característica de haber tomado algunas copas. De su vínculo al menos amistoso no había ninguna duda. Según las mismas fuentes, eran compañeros de trabajo, lo que hace suponer, viajando en grupo, que el marido también lo sabía y que nada raro vería en ello hasta que los encontró en pleno baño relajante.

Una escena que activó la cólera del esposo. "Se armó una gresca monumental", añaden las mismas fuentes. Tal envergadura debió alcanzar la reacción del noruego engañado que a ella atribuyen el origen de la farsa fabricada, supuestamente, por la mujer. Como si ésta, temerosa de las represalias, inventase la teoría de la violación para descargar toda culpa sobre el supuesto amante, poniéndolo al mismo tiempo en la diana de un marido en pleno brote violento.

De nada le sirvió la maniobra improvisada. Las pruebas forenses practicadas en el Xeral en la madrugada del sábado, adonde acudió acompañada por la policía, tampoco fueron "concluyentes", como las definió un portavoz de la Comisaría de Vigo. Así que a los agentes que investigaron este lío entre noruegos, el dictamen de la juez no le sorprendió en absoluto. Tras comparecer ambos en el juzgado, la magistrada decretó el sobreseimiento de la denuncia y la puesta en libertad sin cargos para el detenido. Ahora el enredo entre los implicados quizá continúe, pero ya en Noruega. Allí tenían previsto volar estos días, probablemente, sin el buen rollo que les trajo a Vigo.