«Es un animal, un asesino que no merece vivir. Debería de estar encerrado de por vida», los familiares de Magdalena Torres y Elvira Maldonado claman Justicia por la muerte de esta madre e hija asesinadas a tiros el domingo por la tarde en plena calle de Llíria por el excompañero sentimental de esta última y padre de su único hijo, de tres años, quien salió corriendo horrorizado y sin ni siquiera entender lo que acababa de ocurrir ante sus ojos. «Hace meses ya le rompió dos costillas de una paliza, no entiendo cómo aún estaba en la calle», se lamentaba un familiar a las puertas del domicilio donde el padre y esposo de las víctimas trata de salir adelante de este duro golpe que le ha dejado sin las dos mujeres de su vida. «Está destrozado, no come, se va a morir de pena», añadían estas mismas fuentes.

Elvira llevaba años aguantando en silencio el carácter violento de su marido por miedo, según aseguran sus familiares. Así, el pasado 5 de abril esta mujer de 46 años sufrió una brutal paliza en el domicilio familiar, por la que tuvo que recibir asistencia hospitalaria. Aunque la mujer relató un supuesto accidente doméstico en el que había sufrido una caída accidental por las escaleras, los médicos del Hospital General de Valencia determinaron que las lesiones que presentaba, entre ellas la fractura de varias costillas, era compatible con un caso de violencia machista y se dio traslado de lo ocurrido a la policía.

Pese a que la mujer no quiso denunciar a su marido por miedo a ser reprendida por éste, el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Valencia decidió acordar una orden de alejamiento de 300 metros e incomunicación por cualquier medio contra el acusado de un delito de maltrato habitual. Fuentes del TSJ-CV confirmaron que esta medida cautelar seguía estando en vigor cuando se produjo el doble crimen, del que se ha hecho cargo el Juzgado de Instrucción número 1 de Llíria.

Esta orden de alejamiento no evitó que el presunto asesino acudiera el domingo por la tarde a Llíria y descerrajara dos tiros a bocajarro a Elvira y Magdalena cuando ambas se dirigían a la estación de tren donde confiaban que estaría la madre de éste, como era habitual, para entregarles al menor. Era una trampa mortal. «Lo tenía planeado las atacó a traición», asegura un familiar de las fallecidas.

«Si nos llega a pasar hace años hubiéramos ido a por él y ya no estaría entre nosotros, pero somos de la Iglesia Evangelista y confiamos en que la Justicia haga su trabajo», aseguraban aclarando que no van a buscar venganza y tranquilizando de paso a las fuerzas de seguridad, quienes tras producirse el doble crimen e identificar al presunto asesino establecieron controles de vigilancia en el barrio valenciano de la Fuensanta, donde residen sus familiares, para evitar posibles represalias.

Temor a represalias

Fue seguramente este miedo a ser localizado antes por la familia de las víctimas que por las autoridades lo que llevo a Leonardo M. C., de 41 años y nacionalidad española, a entregarse ante la Guardia Civil. A instancias de su letrado, el presunto asesino se presentó voluntariamente en el Hospital General de Valencia, donde fue detenido en torno a las once de la noche del domingo, seis horas después de acabar a tiros con la vida de las dos mujeres.

El doble crimen se produjo en la calle Valencia de Llíria en el momento en que Leonardo debía devolverle a Elvira al hijo común de ambos, quien había pasado unos días con él en Villena. «Tres minutos antes la vi tan tranquila con su madre y con el carrito sin el niño, seguro que iba a encontrarse con él», se lamentaba entre lágrimas una amiga de la fallecida.

El presunto asesino acudió al encuentro armado con una pistola, con la clara intención de acabar con la vida de su expareja y de la madre de ésta. Llegó acompañado de un amigo, quien se esperó en el coche. La Guardia Civil trata ahora de averiguar el grado de implicación de esta persona y si realmente sabía de las intenciones del asesino o si huyó del lugar a resultas de los acontecimientos.