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Agresión

"Tuve mucha suerte, porque me desperté con la primera puñalada y pude defenderme"

Jorge Osuna, el joven de 24 años acuchillado por su padrastro en Bèlgida, explica que lo atacó al día siguiente de salir en defensa de su madre en una riña

"Tuve mucha suerte, porque me desperté con la primera puñalada y pude defenderme"

Jorge Osuna dormía en su cama, en la planta superior de la casa de Bèlgida donde reside con su madre, sus dos hermanos menores y su padrastro. «Sonó la alarma del móvil y al mismo tiempo me dio la primera cuchillada, aquí, en el pecho -ex-plica mientras se señala el vendaje-. Fue lo que me despertó. No dolió, pero sí sentí la entrada del cuchillo. Abrí los ojos y le vi con el arma delante de mí. Me lanzó la segunda y puse las manos para intentar pararlo». Aún así, recibió al menos otras dos más que pusieron en peligro su vida, una le afectó al hígado y la otra, al pulmón y al diafragma. Jorge relata con una precisión escalofriante el ataque: «Fui poniendo las manos como pude hasta que le cogí el brazo y el cuchillo y le hice una llave. Fui soldado profesional», matiza, postrado en la habitación del Hospital General de Valencia donde se recupera.

«Caímos de la cama y rodamos por el suelo. Yo quedé encima de él, pero mirando hacia el techo. Me cogió desde atrás e intentó estrangularme. Yo tenía el cuchillo en el brazo. Hubo un momento en que vi que estaba perdiendo muchísima sangre. Me puse nervioso y pensé que iba a morir desangrado. Entonces reaccioné de nuevo y le mordí en la base del dedo pulgar que, de repente, se rindió. Dejó de hacer fuerza, me soltó y se quedó encogido en el suelo, en posición fetal. Ni siquiera intenté pegarle porque pensé que le podía hacer más daño vivo que muerto. Cuando se terminó todo, sentí una gran paz», rememora.

Su siguiente pensamiento fue salir de casa. La planta superior da a la calle San Isidro Labrador. Cuando iba a salir, escuchó el sonido de una verja en la planta inferior «y pensé en mi familia», así que volvió sobre sus pasos aún a riesgo de exponerse de nuevo a su agresor. Se encontró con él cara a cara. «Le pregunté por mi madre y por mis hermanos. Me dijo que estaban trabajando y en el colegio, tan normal». Tras saber que estaban seguros, se relajó y se fue en busca de ayuda.

Una vecina lo acogió y llamó a la Guardia Civil y pidió una ambulancia, como Jorge le pidió. «La mujer tardó un poco en reaccionar, imagino que porque se quedó impactada y no entendía nada. Yo iba con el pecho desnudo y lleno de sangre». El primero en llegar «fue el médico del pueblo, al que le quiero agradecer su intervención porque gracias a él estoy aquí», expone Jorge, quien de pronto reparó «en que mi perra estaba ladrando y le pedí a la Guardia Civil que la sacar de casa, porque él estaba dentro, encerrado, y temía que le hiciera algo».

Al cabo de «15 minutos o así, vi salir humo». Francisco, su padrastro, acababa de prenderle fuego a la vivienda tras encerrarse en el baño. Allí lo encontró la Guardia Civil, intoxicado con el humo, cuando accedieron a la vivienda, después de que los bomberos apagaran las llamas.

Un conflicto familiar

«Él vive con nosotros desde que cumplí los 11 años. Al principio la relación fue difícil, pero luego la convivencia fue normal. Es más, para mí ha sido como un padre». Sin embargo, en la última semana había habido un conflicto en casa que había enfrentado a Jorge y a su madre con Francisco. Jorge defendía que debían denunciar. El domingo, su madre y Francisco, que no quería denunciar, tuvieron una discusión «muy fuerte, en la que yo salí en defensa de mi madre. Y le dije que si seguía tratándola así, se quedaría solo».

Jorge estaba dispuesto a denunciar el lunes mismo. Esa mañana, la madre se fue a trabajar a las seis, como cada día. Poco después se fue el mediano, también a trabajar. Francisco, Paco para los suyos, salió pasadas las nueve con la pequeña, de 12 años, pero «no la acompañó hasta el colegio, la dejó en la calle y volvió a casa». Seguramente tenía pensado lo que iba a hacer a continuación.

«Ha estado a punto de matar a mi hijo y nos ha dejado sin nada», lamenta la madre de Jorge, Carmen, quien agrega tajante: «Y un hijo es lo más sagrado». La familia ya atravesaba una situación económica complicada, pero ahora, tras la destrucción de su casa y el antiguo bar que regentaban. «Por fortuna, la gente se está volcando con nosotros y nos están ayudando. Y sobre todo, mi hijo está bien. Cada vez que pienso que se me podía haber ido...». A Carmen se le quiebra la voz. Es incapaz de terminar la frase.

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