El laboratorio de cocaína desmantelado por la Guardia Civil en una masía aislada de Serra es uno de los mayores de cuantos han sido detectados en España y, dadas sus características, una copia de los que los señores del narco camuflan en la selva amazónica, aunque a pequeña escala. La factoría era capaz de producir, de momento, hasta 300 kilos de droga de alta pureza al mes. Por ahora, hay doce detenidos -nueve ya están en prisión-, tras la aprehensión de los primeros 130 kilos producidos en este laboratorio, del que ya informó ayer Levante-EMV.

La investigación, llevada a cabo por el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Comandancia de Valencia, dio comienzo en diciembre pasado, con la detección de un grupo que podía estarse dedicando a montar un laboratorio de segunda extracción. Dicho de otro modo, una instalación capaz de convertir la pasta base de coca -el primer producto tras el procesado de la hoja de coca- en clorhidrato de cocaína, la sustancia tal como llega al mercado para ser consumida.

Los narcos la habían traído en un contenedor de carbón, mezclada en amalgama con el mineral, lo que permitió que nadie la detectara. Días después, llegaron desde Colombia los dos «cocineros» adiestrados en el proceso químico que transforma la pasta base en cocaína lista para ser consumida.

Los «químicos» ayudaron a montar el laboratorio completo, que estuvo listo para ser puesto en marcha hace apenas unas semanas. Los agentes controlaron a los sospechosos hasta que, el pasado jueves, decidieron entrar en la masía y detener al presunto responsable del laboratorio -el guardés de la finca-, a los dos «cocineros» y a la mujer del primero.

Según explicaron ayer fuentes de la Guardia Civil, la factoría había sido montada en una de las naves de uso agrícola de la finca, a espaldas por completo de los dueños de la masía, que desconocían que el guardés había cedido parte de ese espacio a un grupo de traficantes para montar el laboratorio. En el interior encontraron 130 pastillas de cocaína, de un kilo de peso cada una aproximadamente, que estaban en proceso de secado, dentro del «horno» fabricado por los detenidos. En menos de una semana habrían podido ponerla en circulación, o bien vendiéndola por kilos -a 35.000 euros cada uno- o bien adulterándola y distribuyéndola a media escala.

De manera simultánea, los agentes detuvieron a otras ocho personas más -cinco hombres y tres mujeres-. Algunos de ellos tienen antecedentes policiales. Además, realizaron nueve registros, uno en la masía y los otros ocho en domicilios de Llíria, Sagunt, Paterna, Catarroja y Valencia, en los que fueron intervenidos 230.000 euros en metálico y ocho armas de fuego largas. Una de ellas, una escopeta de cañones y culata recortados, tenía un cartucho dentro y estaba debajo de una de las camas de la masía, lista para ser disparada, aunque ninguno de los arrestados llegó a utilizarla en contra de los guardias civiles.

Dos hombres y una mujer quedaron libres tras prestar declaración ante los investigadores y los nueve restantes fueron entregados el domingo por la mañana al juez de Instrucción 6 de Llíria, que ordenó su ingreso en prisión.