Algo más de 18.000 euros. Ésa es la cantidad de dinero que el hombre a quien la Policía Nacional busca como presunto autor del doble crimen de la calle Císcar, descubierto el domingo pasado, logró que le diera Araceli Oliva Bellido a lo largo del último año y su devolución y la posible denuncia por no reintegrarles el dinero, el motivo por el que había matado a la profesora, de 75 años, y al hermano de ella, Juan Carlos, de 79.

El sospechoso, sobre quien los agentes del grupo de Homicidios de la Policía Nacional intentan estrechar el cerco, conocía a Araceli desde hace más de 20 años, a través de una mujer con la que la profesora y otras amigas comunes solían apuntarse a excursiones para jubilados, tal como reveló ayer a Levante-EMV una persona muy próxima a las víctimas del doble crimen.

Durante unos años, la relación entre esa mujer y Araceli se enfrió hasta que, hace aproximadamente un año, el sospechoso, español y de mediana edad, reapareció en escena. «Desde el principio, se mostraba extremadamente solícito y se ofreció a ayudar a Juan Carlos y a acompañarles a los dos a distintos sitios. desconfiábamos de él, pero Araceli estaba encantada con ese hombre y no se daba cuenta de que el único interés que tenía era el económico».

Lo cuenta la persona en la que mayor confianza tenía depositada Araceli y una de las últimas en hablar con ella. Fue «unos tres días antes del 2 de mayo. Calculo que en torno al 29 de abril o así. La llamé para quedar para el día 2. Todos los años comíamos juntos mi familia y ella para celebrar su santo y el de una pariente mía que también se llama así. Estuvimos hablando de este hombre y le dije que me preocupaba su actitud con él y le advertí que sólo buscaba su dinero. Ella me lo negó e insistió una y otra vez en defenderlo y en decirme que era una buena persona, tanto él como su familia, y que no tenía malas intenciones».

Pensó que Araceli estaba enfadada

«Al final», explica esta fuente que prefiere mantener el anonimato, «incluso llegué a reñirla, porque nos dábamos cuenta de que le estaba sacando el dinero de malas maneras. Araceli me confesó entonces que sí era cierto que le había dado dinero y me dijo que habían sido unos 18.000 euros a lo largo de este último año. Me contó que llevaba meses pagando el alquiler del piso del tipo ése, aquí, en Valencia, con la excusa de que pasaba por un apuro económico y me confesó también que, a mayores, le había ido dando ciertas cantidades de dinero a modo de préstamo».

Esta persona revela que, en esa conversación, «Araceli se mostró muy confiada y afirmó varias veces que al que ahora busca la policía por matarles era una gran persona que les ayudaba, sobre todo a su hermano Juan Carlos. Y se mostró convencida de que le iba a devolver en breve ese dinero. De hecho, según ella, el tipo le dijo que iba a cobrar en breve una herencia y que de ahí, le devolvería los 18.000 euros. Por lo visto, el tipo llevaba tiempo repitiéndole esto, y Araceli me dijo en esa última conversación que le iba a pagar en unos días».

Pero cuando llegó el día 2 de mayo, ni Araceli ni Juan Carlos fueron a la comida. «La llamé varias veces, y ya no me lo cogió. Al principio, creí que se había enfadado por mi tono y mi reprimenda, porque fue una bronca en toda regla lo que le eché, y pensé: "Bueno... Seguro que en una semana se le pasa y me llama?».

Pero pasó una semana, y nada. Y cuando ya había transcurrido una segunda semana, el temor a que hubiera sucedido algo fue en aumento, máxime cuando la pareja de septuagenarios seguía sin responder al teléfono. El domingo, vecinos y allegados ataron cabos: la inexplicable ausencia de los dos hermanos debía estar relacionada con el insoportable hedor que llevaba días apoderándose de cada rincón del número 54 de la calle Císcar. Acertaron. A las 16.30 del domingo, la Policía descubría los cadáveres empaquetados y camuflados de Araceli, una profesora de Geografía e Historia de 75 años, y de su hermano Juan Carlos, antiguo gestor de 79 años que dejó de trabajar hace dos décadas y, desde entonces, vivía del sueldo de su hermana y de una pequeña pensión.

La persona que ha revelado estos datos a Levante-EMV insiste en que «no tenían ninguna fortuna, y mucho menos en casa. Por no tener, no tenía ni las joyas en el piso. Tanto el dinero como lo que había ahorrado Araceli de una vida entera trabajando estaba en el banco. Eso, hasta hace cuatro meses. Si en este tiempo lo sacó y se lo dio al que busca la policía, eso ya no lo sé...», deja la sospecha en el aire.