María del Carmen López Muñoz desapareció sin dejar rastro en el año 2011. Desde entonces su paradero había sido un misterio. Ha sido ahora, seis años después de que se le perdiera el rastro, cuando la confesión de su hijo ha permitido destapar que la mujer fue asesinada a manos precisamente del vástago con el que compartía domicilio en València tras un traumático divorcio de su marido.

Agentes del grupo de Homicidios de la Policía Nacional de València, en colaboración con expertos en psicología de la Sección de Análisis de Conducta (SAC) de la Unidad Central de Inteligencia Criminal de la Policía Nacional, han detenido esta semana al autor confeso, que está preso por una condena por otros dos delitos de sangre en los que las víctimas también eran familiares, lo que permite dar por resuelto el caso a falta de localizar los restos de Mari Carmen, como la llamaban sus allegados.

El presunto parricida, Joan Carles L. M., de 30 años, se encuentra en prisión cumpliendo una condena de 23 años de cárcel por otros dos delitos de asesinato, en ese caso en grado de tentativa, perpetrados en octubre de 2014, cuando acuchilló a dos tías suyas tras hacerse pasar por un repartidor a domicilio para que las ancianas le franquearan el paso, tal como informó en su día Levante-EMV.

Una vez cerrado el círculo sobre él, el juez de València que lleva el caso autorizó la excarcelación de Joan carles el pasado martes para que los investigadores le tomasen declaración después de ser sometido a varios interrogatorios por los psicólogos del SAC, expertos en indagar en la mente de los sospechosos de homicidios, desapariciones y agresiones sexuales.

Finalmente el reo, a quien hasta ahora no se le había podido implicar en la desaparición de su madre, acabó reconociendo haberla matado, aunque no fue capaz de concretar la fecha exacta en la que habría acabado con su vida. Ahora, ya sólo falta que el juzgado que instruye la causa por la desaparición de Mari Carmen le tome declaración como presunto autor de un delito de asesinato, según apuntaron fuentes jurídicas.

Un batalla judicial por un piso

El crimen ahora destapado por los investigadores se remonta al año 2011 cuando María del Carmen vivía en compañía de su hijo menor después de una traumática separación de su marido, quien se hizo cargo de los otros dos hijos del matrimonio.

La pareja protagonizó una batalla judicial por quedarse el domicilio conyugal. En un primer momento, los tribunales le dieron la razón a la víctima, a quien se atribuyó el citado piso y la custodia de su hijo menor, Joan Carles.

Años después, el marido pleiteó de nuevo por la vivienda, sobre la que pesaba en ese momento una amenaza de embargo tras varios impagos.

El hombre ganó la batalla y, en la sentencia definitiva de divorcio, emitida en mayo de 2014, el juez le atribuyó la casa. En ese momento, el piso estaba vacío. Joan Carles se había ido de la vivienda tras la súbita desaparición de su madre, que él, al parecer, explicó en ese momento como voluntaria. En realidad, como ha confesado ahora, había acabado con su vida y ocultado el cuerpo.

Problemas económicos

Un mes más tarde, en junio, dado que nadie sabía del paradero de Mari Carmen, el juzgado se vio obligado a darle por notificada la resolución judicial publicando la sentencia firme en el Diario Oficial de la Comunitat Valenciana (DOCV) al desconocer el juzgado su paradero. Con ello, el piso quedaba definitivamente fuera del alcance de Joan Carles -que atravesaba serios problemas económicos-, al pasar a manos de su padre y de sus hermanos.

Sólo cuatro meses después, en octubre, el ahora arrestado por el asesinato de su madre intentaba matar a sus tías paternas, de 58 y 67 años, tras fingir ser un repartidor que iba a llevarles un paquete a su domicilio, en la calle Mestre Asensi de València. Aunque iba encapuchado y sus víctimas no reconocieron su voz, la Policía Nacional pudo averiguar que el autor del doble intento de asesinato no era un simple ladrón, sino el sobrino de las agredidas, quienes se recuperaron tras permanecer hospitalizadas varios días. Fue detenido sólo un meses después y confesó.

Las laboriosas gestiones del grupo de Homicidios sobre la extraña desaparición de su madre siguieron su curso y, hace unos meses, se sumó al caso la Sección de Análisis de Conductas (SAC). Tras varias entrevistas con el hijo de la desaparecida, en las que acabó viéndose acorralado por las averiguaciones policiales, los investigadores lograron que el presunto parricida, que dejó sus estudios universitarios a medias, se derrumbara y confesara el asesinato de su madre.