Prácticamente calcinado por la acción del fuego pero con dos orificios de bala -uno de entrada y otro de salida- en la sien todavía apreciables a simple vista. Así fue encontrado el 29 de mayo de 2004 en un descampado de Bonrepòs i Mirambell el cadáver de Pablo Langa Navarro, un joven de 25 años vecino de Nàquera. Trece años después de su crimen una ardua investigación del grupo de Homicidios de la Guardia Civil de València ha permitido ahora resolver su misteriosa muerte, relacionada presuntamente con un ajuste de cuentas por una deuda de drogas, según ha podido saber Levante-EMV.

Los investigadores de la Guardia Civil detuvieron ayer a cinco personas por su presunta vinculación en el asesinato del joven. Todos los detenidos son hombres de nacionalidad española y los arrestos se habrían producido en distintos municipios de la provincia. La causa, que instruye un juzgado de Moncada, sigue bajo secreto de sumario y los arrestados han sido incomunicados hasta ser puestos a disposición judicial para impedir que puedan tejer una estrategia de defensa común.

Entre los arrestados se encuentra el autor material del disparo que acabó con la vida de Pablo Langa, más conocido como «El Tejo», quien fue ejecutado de un tiro en la cabeza. Posteriormente los autores de su muerte trataron de elimina pruebas y vestigios que facilitaran su identificación prendiendo fuego a su cadáver.

Esta forma de actuar hizo que desde un primer momento las pesquisas se centraran en un posible ajuste de cuentas relacionado con el mundo de las drogas. No obstante, no ha sido hasta ahora cuando los investigadores del Instituto Armado han podido por fin dar por cerrado el caso con la detención de los presuntos autores y cómplices del asesinato.

Maniatado y con pasamontañas

Los hechos se remontan a mayo de 2004 cuando algunos de los ahora arrestados habrían quedado con su víctima en un domicilio de València con algún tipo de excusa vinculada con las drogas. Las intenciones reales de éstos era exigir el pago de una deuda de dinero que el joven debía a uno de ellos. Se sospecha que fue en esta vivienda donde «El Tejo» fue maniatado y ejecutado de un disparo en la sien tras colocarle un pasamontañas en la cabeza. La autopsia realizada en su día al cadáver en el Instituto de Medicina Legal de València confirmó que la víctima fue asesinada de un disparo de revólver en el cráneo realizado a corta distancia, de hecho presentaba un orificio de entrada a la altura de sien derecha y de salida por el lado izquierdo.

Los sospechosos trasladaron el cuerpo sin vida del joven, de 25 años, hasta una huerta abandonada de Bonrepòs i Mirambell, cerca del barranco del Carraixet. Una vez allí escondieron el cadáver entre unos matorrales y le prendieron fuego para eliminar posibles vestigios y dificultar así todavía más la labor de los investigadores. En un primer momento el cuerpo no pudo ser identificado debido a que estaba parcialmente quemado y que el rostro había quedado completamente desfigurado, ya que quedó adherido a la piel el pasamontañas que le habían colocado en la cabeza.

«Todavía estaba humeando»

Un hombre que se encontraba paseando a su perro encontró el cuerpo sin vida en la mañana del 29 de mayo de 2004, como informó en su día en exclusiva este periódico. Eran aproximadamente las 8.30 horas cuando este testigo vio que el animal husmeaba algo con insistencia entre unos matorrales situados junto al camino por el que paseaba, entre Bonrepòs i Mirambell y Carpesa. «Parecía un maniquí quemado pero cuando me acerqué más me di cuenta que era un cadáver y que todavía estaba humeando», relató en su momento Rafael.

Un vecino de la zona aseguró haber visto de madrugada, en torno a las 3.30 horas, un automóvil plateado, parado y con las luces encendidas durante varios minutos, cerca del lugar en el que fue hallado el cadáver. Toda indica que fue en ese vehículo en el que los presuntos asesinos trasladaron el cuerpo de su víctima desde València.

Uno de los hermanos del fallecido denunció su desaparición y esto propició que se le tomaran muestras de ADN para poder identificar el cadáver hallado calcinado. Dichas pruebas permitieron poner nombre y apellidos al joven ejecutado de un disparo. Pablo Langa Navarro tenía 25 años y era vecino de Nàquera, aunque llevaba un par de años residiendo en Mallorca. Su familia puede descansar tras años de incertidumbre sabiendo que los autores de su asesinato serán llevados ya ante la Justicia.