Una comprometida fotografía de una felación en el perfil de Whatsapp de una supuesta víctima de varias agresiones sexuales, en la que aparece ésta con un ojo morado y a la vez sonriendo a la cámara, fue el detonante que permitió destapar la pesadilla a la que presuntamente fue sometida esta valenciana durante un año por un primo de su marido.

«Tenía que fingir que estaba a gusto, me rebajaba para tenerlo contento y así que me dejara irme», explicó la agredida durante el juicio, celebrado en la Audiencia Provincial de València. Su presunto agresor se enfrenta a 29 años de cárcel por un delito continuado de agresión sexual agravado por su carácter particularmente degradante o vejatorio, un delito de lesiones y otro de vejaciones injustas y trato degradante.

Fue en abril de 2015 cuando los graves hechos salieron a la luz después de que la agredida acudiera al domicilio del acusado, a pedirle explicaciones tras ver la citada imagen en la red social. Hasta entonces la mujer asegura que no había tenido valor para denunciarlo y que si la policía no hubiera aparecido ese día en la casa «jamás en la vida habría hablado por miedo. Sin ellos ahora estaría muerta».

Por su parte, el acusado, en prisión provisional desde entonces, alegó en la primera sesión del juicio que las relaciones sexuales fueron en todo momento consentidas y atribuye la denuncia al hecho de que su supuesta amante se habría enterado de que su mujer estaba embarazada.

Así para tratar de restar credibilidad al relato de ésta, su letrado sacó a relucir varios mensajes que constan en la causa en los que la denunciante se dirige a su cliente con frases impropias de alguien que supuestamente está siendo víctima de agresiones sexuales. «Me tuviste todo el día abandonada» o «la cerda está embarazada», son algunas de ellas con las que sostienen la versión de que ella estaba obsesionada.

«Sólo trataba de vivir, él hacía conmigo lo que quería. Cada vez que veía una oportunidad de salir cedía, solo quería que todo acabara», argumentó entre lágrimas la víctima sobre los motivos por los que accedía a sus deseos sexuales una vez tras otra en diferentes lugares: en la furgoneta, en un chalé o en hoteles. En una de las ocasiones éste le golpeó en el abdomen y la mujer tuvo que ser hospitalizada y operada para extirparle el bazo. Para ocultar a su agresor «les dije a los médicos que me había dado un golpe con una barandilla».