«Eres una mala madre, sorda de mierda, no tienes derecho a vivir, gorda asquerosa, solo vales para follar». Estas duras expresiones y descalificativos tenía que soportan día tras día una víctima de la violencia machista, quien asegura que llegó a dejar de sentirse persona al lado de su marido. «En esa casa yo no era nada, era su marioneta, tenía que hacer lo que él quisiera de mí», reconoció ayer entre lágrimas en el juicio contra su maltratador celebrado en la Audiencia Provincial de València. El acusado se enfrenta a una petición de pena de 21 años de cárcel por dos delitos de agresión sexual, maltrato psíquico habitual y un delito continuado de amenazas.

Después de doce años de convivencia en el domicilio familiar, situado en València, los episodios violentos y las amenazas se acrecentaron cuando en febrero de 2015 la mujer le pidió el divorcio, harta de los desprecios y el maltrato psicológico al que la sometía su pareja. El procesado, que negó en todo momento los malos tratos y haber forzado a su mujer a mantener relaciones sexuales en contra de su voluntad, acabó reconociendo en la vista oral que cuando ella le dijo que se quería separar la amenazó con salir a la calle a matar a quien sea, matarla a ella y luego quitarse él la vida.

Asimismo admitió el episodio en el que cogió una sartén llena de aceite hirviendo con la que estaba cocinando y se la pasó por encima de la cabeza. Su víctima salió corriendo de la cocina muerta de miedo ante la posibilidad de que éste le provocara graves quemaduras. No obstante, el acusado alegó que si bien es cierto que le puso la sartén encima de la cabeza, ésta llevaba agua y no aceite.

Respecto a las dos agresiones sexuales que se le imputan, el hombre reconoció que cerraba la puerta de la habitación por dentro para que no entraran sus hijos pero que no ejercía la fuerza con ella. «Nunca le he obligado a tener sexo, siempre le preguntaba si tenía ganas y nunca me ha dicho que no», afirmó el acusado. El relato de la víctima, que declaró detrás de un biombo, no era el de una mujer que tuviera sexo consentido con su marido. Además del temor que éste le inspiraba y las amenazas de muerte, ésta recuerda cómo le decía: «Eres mi mujer y lo tienes que hacer cuando yo quiera».

La defensa del acusado alega que éste sufre ataques epilépticos y periodos de ausencia, tiempo durante el que no es consciente de sus actos. La forense del IML de València que lo exploró acreditó que las agresiones no las puede cometer en estas fases de ausencia porque se queda bloqueado y se desconecta de la realidad.