El joven detenido por atropellar mortalmente a una mujer de 48 años en València y huir dejando su cuerpo abandonado en el arcén de la V-30 de madrugada ya había tenido otros tropiezos con la ley relacionados con el tráfico. Así, en octubre de 2014, con 21 años, fue detenido por la Policía Nacional en València por presuntamente causar una brecha en la cara a un conductor tras propinarle una patada a través de la ventanilla. Un año después un juzgado de lo Penal le imponía un año de prisión por esos hechos, pero no llegó a cumplirlo porque era su primera condena.

En ese caso, Alejandro viajaba como copiloto en el coche de un conocido suyo. El conductor de ese vehículo frenó bruscamente al ver una plaza de aparcamiento libre en la calle Beato Nicolás Factor y a su víctima, un hombre de 61 años que iba justo detrás en compañía de su mujer, no le dio tiempo a frenar. Los dos jóvenes se bajaron y, mientras el que conducía increpaba al hombre a través de la ventanilla, el otro, Alejandro, levantó la pierna y propinó una brutal patada en el rostro a su víctima a través del hueco que dejaba el cristal bajado. El hombre se quedó aturdido, con el rostro cubierto de sangre que manaba de la brecha que le provocó la patada y las gafas rotas, que se le clavaron en la nariz y en un ojo.

El agresor salió corriendo mientras varios testigos llamaban a la policía, que acudió en apenas unos instantes. Fueron los policías, según fuentes jurídicas, quienes convencieron al fugitivo de que regresara de inmediato al lugar. Alejandro se presentó recién duchado y admitió la agresión.

Un año después, un juez de lo Penal le impuso una pena de un año de cárcel, pero no llegó a ingresar en prisión porque era su primera condena, así que quedó en suspenso a cambio de que no cometiese otro delito conexo en los siguientes dos años.

Orden de alejamiento

El último tropiezo de Alejandro con la Justicia, antes de ser detenido el lunes por el atropello mortal con fuga de la V-30, fue su detención, en julio pasado, por romper la orden de alejamiento que le había impuesto solo dos semanas antes el juez de lo Penal número 4 de València para proteger a su exnovia, que lo había denunciado por malos tratos. Pese a que la orden era firme y su escrupuloso cumplimiento durante un periodo de dos años era la condición para respetarle la libertad provisional, el ahora detenido se puso en contacto con ella a través de una red social y pasó por su calle «a toda velocidad y con mirada desafiante», según denunció la víctima, con el mismo Fiat 500 de color rojo con el que causaría la muerte a Jacqueline Alexandra Pesantez en la madrugada del lunes, lo que le valió ser detenido de nuevo.

De momento, Alejandro, que tras el arrollamiento de Jacqueline siguió su huida hasta su casa, en un municipio playero de Castelló al que se había trasladado recientemente para evitar nuevas acusaciones de quebrantamiento de la orden de alejamiento, dejó el coche aparcado y volvió a casa de su madre, en València, sobre las 9.00 horas del lunes, seis horas después del atropello. A las 14.30 horas, agentes del grupo de Homicidios lo arrestaban en ese domicilio y recuperaban el vehículo. Está previsto que pase entre hoy y mañana a disposición judicial.