Los agentes del grupo de Homicidios están valorando pedir al juzgado la orden para escudriñar el vertedero al que fueron conducidos los residuos urbanos recogidos en la madrugada del lunes en la avenida de Peris y Valero, en València, en un intento por recuperar los restos aún no hallados del cuerpo desmembrado de Alberto Enrique F. V., la primera víctima de Pierre Danilo Larancuent.

De momento, no se ha iniciado ese procedimiento porque las posibilidades de localizar la cabeza y las extremidades de la víctima son «casi nulas», según los responsables consultados por la policía. La familia, sin embargo, está tratando de que esa gestión se realice para poder recuperar el cuerpo completo con el fin de poder enterrarlo.

Tal como publicó ayer Levante-EMV, Larancuent, de 36 años, invitó supuestamente a su casa a Alberto Enrique, dueño de una peluquería en València, y después lo mató con un cuchillo de cocina de grandes dimensiones, el mismo con el que desmembraría después el cuerpo dentro de la bañera del piso que tenía alquilado en el 77 de la calle Sueca. La cantidad de agua que utilizó en esa labor provocó que se encharcara el techo del vecino, en el que la Policía Científica tomó muestras rosadas ayer, ante la sospecha de que contengan sangre diluida de la víctima.

Después, distribuyó los restos en bolas de plástico verdes de gran tamaño, de las comercializadas para desechos de jardín, y los fue bajando a la calle a lo largo del lunes. Parte del cuerpo lo introdujo en una maleta, que abandonó entre dos contenedores a la altura del 119 de Peris y Valero, tras recorrer los 450 metros que lo separaban de su domicilio.

En ese camino, dejó un rastro de gotas de sangre que el subinspector Blas y su compañero, junto con agentes de la Policía Científica, siguieron hasta su puerta. Fue durante ese momento de la investigación cuando Danilo, viéndose descubierto, pensó en huir. Cogió su documentación y dinero, guardó lo más necesario en dos mochilas y bajó corriendo por la escalera. El infortunio hizo que se topara con el subinspector Blas Gámez de Homicidios y su compañero. Cuando el primero le preguntó por su nombre y vivienda, lo acuchilló hasta matarlo. El otro policía lo abatió de siete disparos.