El juez ha decretado prisión sin fianza para Carlos A. G., de 34 años, detenido por el asesinato a golpes de un hombre de 75 años, Salvador Tormo Pont, al parecer por un móvil económico. El cuerpo de la víctima fue localizado a las 22.30 horas del jueves en una zona utilizada como escombrera, muy cerca del casco urbano de Albaida, después de que el detenido se entregase en la comisaría de Policía Nacional de Ontinyent y confesase el crimen, después de que lo convenciera el párroco de un municipio próximo.

El juzgado de Instrucción número 4 de Ontinyent en funciones de guardia ha enviado a prisión al autor confeso del crimen, quien ha salido en un furgón rumbo a la cárcel de Picassent al mediodía.

El cuerpo en avanzado estado de descomposición de Salvador fue encontrado envuelto en una manta y una colcha y cubierto con arena, cascotes de obra y arbustos, a apenas 50 metros del domicilio del autor confeso del homicidio, un hombre con antecedentes penales por estafa que había pasado dos años en prisión por esos hechos.

Salvador, que residía en Madrid aunque recientemente se había trasladado a Albaida, su localidad natal, a casa de su hermana, tras haberse separado de su mujer, desapareció el pasado 23 de septiembre. Fue precisamente la hermana la que denunció su desaparición, calificada como inquietante y que desde el principio fue asumida por el grupo de Homicidios de la Guardia Civil de València. Las primeras investigaciones ya habían situado en el foco a Carlos A. G., quien desde hacía un tiempo se había erigido en la persona más próxima a Salvador, a quien acompañaba constantemente a todas partes.

De hecho, el día que desapareció, le dijo a su hermana que iba a ir con Carlos a Benidorm para formalizar la venta de un apartamento que tenía en la capital de la Marina Baixa. Todo apunta a que Salvador había detectado ciertos movimientos poco claros de Carlos en esa compraventa.

Llevaba su móvil y su coche

Cuando la hermana de la víctima empezó a inquietarse, llamó al móvil de Salvador y respondió Carlos, quien trató de tranquilizarla diciendo que «no se preocupase», ya que su hermano había decidido quedarse solo una temporada en el apartamento de Benidorm.

Y no sólo continuó haciendo uso de su teléfono, sino que todos los vecinos de Albaida han sido testigos de que ha estado utilizando el vehículo de la víctima sin ningún pudor. De hecho, a quien le preguntaba, le respondía que tenía permiso de Salvador para usar el coche.

La presión constante de los agentes de Homicidios y de su propio entorno, con el apoyo del párroco de un pueblo cercano a Albaida, le llevaron a presentarse el jueves por la tarde en la comisaría de Ontinyent, donde confesó haber matado a Salvador.

Horas después, y con su colaboración, la Guardia Civil localizaba el cuerpo, cuyo levantamiento no se produjo hasta casi la una y media de la madrugada de ayer. El cadáver fue trasladado por orden judicial al Instituto de Medicina Legal de València, donde se le practicó la autopsia a primera hora de la mañana de ayer.

Los forenses han concluido que el hombre murió tras recibir numerosos golpes en la cabeza producidos con un objeto contundente y romo, posiblemente un palo de gran diámetro.

Tras el crimen, lo introdujo envuelto en la colcha y la manta en el coche de Salvador y lo llevó hasta la escombrera, donde lo arrojó y cubrió con la arena, unos matojos y varios cascotes. El lugar dista apenas 50 metros de la calle Quatretonda, donde se encuentra el domicilio de Carlos A. G., en una zona muy frecuentada por los vecinos para pasear a sus perros, lo que ha causado extrañeza, ya que ninguno de ellos detectó el cadáver pese al hedor que reinaba en las inmediaciones desde hacía días.