La madre de la niña de dos años degollada por su padre el domingo en Alzira tenía pensado divorciarse de su pareja pero no lo había hecho todavía por falta de recursos económicos y por miedo a las represalias del ahora detenido. Así lo expresaron ayer su hermana y tía de la niña asesinada y una compañera de trabajo, que acudieron a la concentración celebrada a las puertas del consistorio alcireño. Ambas recordaron que la mujer no se llevó consigo a la pequeña porque estaba dormida y prefirió no interrumpir su sueño.

La tía de víctima, según narró, recibió una llamada de su marido la tarde del domingo en la que alertaba de que su sobrina estaba sola en casa con su padre y que «había que ir rápido para que no le pasara nada». Ambas afirmaron que la relación entre ambos «no estaba bien» y que la mujer quería dejar a su pareja para marcharse con la pequeña al domicilio de su hermana por las frecuentes amenazas. «Antes de tener a mi sobrina, mi hermana vino alguna noche que habían discutido y tenía claro que no quería vivir con él», aseguró.

Según la amiga y compañera de trabajo, ella se consideraba «divorciada», pero todavía convivían juntos por motivos económicos. «Nosotras no ganamos mucho dinero y conforme están las cosas, no podía permitirse un alquiler ni un abogado. Ella quería conseguir uno de oficio, pero como tenía un contrato no se lo daban, así que estaba esperando a acabar la campaña para optar a uno o ahorrar un poco para pagarse un abogado y divorciarse», apuntó.

La tía aseguró que el padre «nunca dijo que haría daño a la niña, siempre decía que la amaba y se portaba bien con ella», por lo que la madre jamás pensó que atentaría contra su vida cuando salió de la casa.

La compañera de trabajo de la madre destacó lo orgullosa que ésta se mostraba siempre de la pequeña: «No hablaba de otra cosa que no fuera su hija. Durante la media hora que teníamos para almorzar o para comer nos comentaba lo inteligente que era la niña en la guardería, cómo se comportaba y nos enseñaba fotos; adoraba a su hija, como si fuera su ídolo», sentenció. La pequeña iba a una guardería de la ciudad y según explicó ayer la propietaria, Encarna Candel, «era una monada de niña, muy bien educada que siempre venía muy aseada». El pasado 23 octubre celebró con sus compañeros su segundo cumpleaños.