Una joven de Alcoi se enfrenta a una pena de veinte años de prisión que le pide la Fiscalía por asesinar a su hijo recién nacido en la bañera de su casa y arrojar el cuerpo a un contenedor de basura. La acusada, que será juzgada la próxima semana por un jurado popular en la Audiencia Provincial de Alicante, tenía 18 años cuando ocurrieron los hechos y aunque inicialmente trató de ocultarlos acabó confesando lo ocurrido a la Policía.

Según el escrito de conclusiones provisionales de la Fiscalía, los hechos ocurrieron el 6 de agosto de 2014 en una vivienda situada en la calle Francesc Perea de Alcoi. La acusada estaba sola en su casa sobre las dos y media de la tarde cuando comenzó a tener las contracciones propias de su estado de embarazada, situación que había tratado de ocultar a su entorno familiar.

La joven se había informado en internet sobre cómo debía dar a luz y otros datos relacionados con un parto, a lo que se sumaban sus conocimientos porque estaba estudiando primero de auxiliar de enfermería. Al ver que era inminente el parto, la joven se fue al cuarto de baño, se metió en la bañera y tras ponerse en cuclillas dio a luz a un niño.

Tras dar a luz, siempre según la acusación del Ministerio Público, la acusada dejó al recién nacido vivo sobre el suelo de la bañera y una vez expulsó la placenta se levantó y fue a la cocina, donde había dejado preparado un cuchillo de cocina con sierra por un lado. Acto seguido regresó al cuarto de baño, cortó el cordón umbilical y «con la clara intención de acabar con la vida de su hijo recién nacido» se aprovechó de la imposibilidad de defensa del niño y le clavó el cuchillo «violentamente en el tórax justo en el corazón», sostiene la Fiscalía.

La acusación pública precisa que eligió esa parte del cuerpo para causarle una muerte rápida y para asegurar aún más la muerte del pequeño la procesada «sacó ligeramente el cuchillo sin llegar a extraerlo del todo y lo volvió a clavar fuertemente en la misma zona». Sin comprobar si el niño seguía vivo lo metió en una bolsa de plástico junto con la placenta y el cordón umbilical y tras cerrarla la metió en otra bolsa de pienso de perros y le añadió basura para disimular.

La joven limpió los restos de sangre, puso una lavadora con las toallas manchadas y bajó a la calle para tirar a un contenedor de basura la bolsa con el cuerpo de su hijo.

Cuando regresó de nuevo a su casa llegaron también su padre y un hermano pequeño, a los que dijo que iba a tumbarse en la cama porque no se encontraba bien. Le pidió a su hermano que fregara lo que había en la pila, incluido el cuchillo usado en la agresión mortal, y se marchó a su habitación. Sobre las siete de la tarde llegó la hermana de la acusada y al ver que tenía sangre en una pierna le preguntó y le contestó que era de la menstruación. La hermana se quedó preocupada y acabó convenciéndola para ir a Urgencias. Les llevó el padre y en el examen médico se detectó que la sangre y las heridas eran de haber dado a luz.

La joven lo negó inicialmente pero tras avisar a la Policía desde el hospital acabó confesando lo ocurrido, por lo que los agente acudieron al contenedor de basura y recuperaron el cuerpo del recién nacido. El niño falleció desangrado por la hemorragia causada por la puñalada y los servicios de emergencia no pudieron hacer nada por salvar su vida.