«Te voy a quitar este peso de encima». La historia de amor entre Maje y Salva, la enfermera y el auxiliar de enfermería encarcelados este viernes en València por el asesinato del marido de ella, comenzó hace cerca de un año. Ninguno de los dos era feliz con sus respectivas parejas, se dijeron. Pero, la de ella, tenía tintes de maltrato que no denunció ni ante la policía ni ante su familia porque, asegura ahora, no podía afrontar la presión que la suya, extremadamente católica, ejercía sobre ella. No había sido capaz de romper con Antonio durante el noviazgo, bendecido por las familias, ambas de Novelda, y menos aún de negarse a contraer un matrimonio que no deseaba. La boda, en contra de su voluntad, ha afirmado ante la policía y ante el juez, se celebró en septiembre de 2016 en el pueblo de ambos. El viaje de novios fue a la República Dominicana. Todo dentro de los cánones.

Sin embargo, María Jesús M. C., de 27 años, Maje, como le gusta hacerse llamar, ya había iniciado su relación con, Salvador M. L, veinte años mayor que ella, casado también y con dos hijos. Ella era enfermera y él, auxiliar de enfermería en el mismo hospital privado de València. Los sentimientos habían surgido en el verano de 2016, muy poco antes de la boda, pero ella no se atrevió a enfrentarse a su familia y, pese a no querer a Antonio, se casó con él. En los once meses siguientes, la relación de Maje solo fue a peor. Durante las distintas declaraciones ante la Policía no se ha cansado de repetir que Antonio la maltrataba psicológicamente, que la humillaba y la menospreciaba; que la amenazaba con echarla de casa; que no soportaba más esa situación? Y Salva se convirtió, entre otras cosas, en su paño de lágrimas.

Beneficiaria del seguro de vida

El enamoramiento del auxiliar de enfermería hacia la enfermera creció de tal modo que, poco antes del asesinato de Antonio y por si las cosas se torcían, contrató un seguro de vida del que nombró beneficiaria única a Maje y no a su esposa, que ha recibido la noticia de las detenciones y de las acusaciones de asesinato como un jarro de agua fría. «No sabía ni intuía absolutamente nada», han explicado a Levante-EMV fuentes conocedoras de su reacción.

Tras meses de relación, cada vez más intensa y profunda, y de confesiones de sufrimientos, la pareja, según concluye la investigación del grupo de Homicidios de la Policía Nacional, planeó presuntamente el asesinato de Antonio. Maje, que en el juzgado negó una y otra vez conocer los hechos, admitió sin embargo ante el grupo de Homicidios que había participado en «el planeamiento y ejecución del plan para acabar con la vida de Antonio Navarro Cerdán», explican fuentes jurídicas. «Te voy a librar de este peso», le repitió varias veces él a ella.

Así, semanas antes del crimen, María Jesús le dejó a Salvador las llaves del garaje donde Antonio guardaba su coche, dos portales más allá de la finca donde residían desde la boda, en la calle Calamocha de València. Ahora, tras la detención, ella ha tratado de justificar que la cesión de las llaves había tenido por finalidad que Salva tuviese un sitio donde aparcar su moto.

Él, sin embargo, interrogado aparte, como es habitual, cayó en la trampa de la pregunta. Su respuesta fue clara: «Nunca he aparcado ahí la moto». Una fisura involuntaria en una declaración, la de él, monolíticamente exculpatoria hacia ella. Ha asegurado, ante la policía y ante el juez, que ha actuado solo y «por amor». Ambos niegan, incluso, los encuentros sexuales que la policía, al parecer, sí tiene probados, con testimonios, intervenciones telefónicas y otros medios de investigación.

«Solo quería darle un susto»

Y llegó el 16 de agosto de 2017. Faltaba algo más de un mes para el primer aniversario de la boda de Maje y Antonio. El día convenido, según acepta Salvador, se ocultó en el garaje y, agazapado, esperó la llegada de Antonio, ingeniero empleado en una empresa ferroviaria. Eran las siete de la mañana. Según ha declarado, su intención no era matarle, sino «darle un susto». Le asestó ocho golpes con un cuchillo cebollero. Todos en el tórax. Varios de ellos mortales de necesidad. Algunos, en el corazón. Luego, escapó y se deshizo del cuchillo. Ocho horas más tarde, un vecino llegó con su moto. Al aparcar, vio el cuerpo sin vida de Antonio sobre un charco de sangre. Llamó al 112 y desató la investigación policial y judicial.

Maje, que esa noche del 15 al 16 no durmió en el domicilio conyugal pero tampoco estuvo con Salvador, ha aceptado, ante el juez, que desde el primer instante había sospechado de su amigo -ella no acepta el término amante-, pero, a la pregunta de por qué no había denunciado ni dicho nada en los cinco meses de investigación y casi media decena de entrevistas con la policía, optó por el silencio. Como ante la mayor parte de las preguntas comprometidas formuladas ante el juez, en presencia de su letrada de oficio. Antes, en jefatura, había admitido, sin ambages, al igual que Salvador, su participación en los hechos. Ahora, los dos están en prisión por orden del juez de Instrucción 14 de València.