Durante la celebración de su 22 cumpleaños, después de estar bebiendo cubatas y cervezas en una discoteca de Rafelbunyol, dos amigos hicieron un pequeño pero salvaje paréntesis para ir a una caseta abandonada de la localidad vecina de El Puig, a escasos 500 metros, donde propinaron presuntamente una brutal paliza a un sintecho que pernoctaba allí. Tras golpearle con una barra de hierro de un metro de longitud en distintas partes del cuerpo, entre ellas la cabeza, y asestarle tres cuchilladas con un bolígrafo navaja, prendieron fuego al habitáculo dando por muerta a su víctima. Tras el crimen, ocurrido en la madrugada del 31 de julio de 2016, se marcharon de nuevo a la discoteca y siguieron bailando como si nada hubiera ocurrido. La fiesta de cumpleaños debía continuar.

Ahora, en el juicio que comenzó ayer ante un jurado popular en la Audiencia Provincial de València, ambos jóvenes, de 26 y 23 años, de origen búlgaro y rumano respectivamente, se acusaron mutuamente atribuyendo la paliza el uno al otro. Los dos coincidieron al reconocer que estaban presentes cuando se produjo el crimen, pero difieren en quien golpeó y asestó las cuchilladas a Vasile Mecica, de 47 años y nacionalidad rumana, incluso alegando que el uno trató de evitar que el otro descargara su furia con el indigente.

Para el Ministerio Fiscal no hay dudas de que fueron ambos, «actuando de común acuerdo y guiados por el ánimo de terminar con su vida», quienes propinaron una «brutal paliza» a Vasile, utilizando un instrumento contundente como es una barra metálica -que fue mostrada a los miembros del jurado en la vista oral-. De esta forma le causaron al menos siete lesiones traumáticas en la cabeza, boca, cuello y el costado, así como tres cuchilladas. El fiscal solicita 16 años de prisión para cada uno de ellos por los delitos de homicidio y daños por incendio ya que prendieron fuego a la caseta para eliminar los vestigios del crimen.

Por una rencilla familiar

Antes de ir a la discoteca, Laurentiu A. y Borislav D. B. estuvieron también bebiendo «litronas» en un parque de la Pobla de Farnals. Fue entonces cuando se cruzaron con la víctima, que iba con su bicicleta. Las versiones difieren sobre el comentario que hicieron sobre él, aunque ambos coinciden al reconocer que años atrás el hermano de Laurentiu había tenido una pelea con familiares de Vasile. La fiscalía atribuye esta rencilla, por la agresión a su hermano, como el detonante de que horas más tarde fueran a buscarlo a su caseta con la intención de matarlo.

Así, en una hora que ninguno pudo concretar, salieron del local y se dirigieron andando a la caseta de campo abandonada donde pernoctaba la víctima, situada en la partida Roll Menor de El Puig. Las versiones de por qué fueron y cómo actuaron son contradictorias.

Por un lado, Laurentiu asegura que fue su compañero quien, después de consumir droga, salió «muy acelerado» de la discoteca y decidió seguirlo. Cuando vio que iba a la caseta del sintecho, su amigo le dijo que iba a asustarle haciéndose pasar por guardia civil. No obstante, al ver que empezaba a pegarle con la barra de hierro le gritó que parara. Respecto a las lesiones que presentaba, al ser identificados por una patrulla de la Guardia Civil cuando regresaron posteriormente al lugar, el joven alegó que se las hizo al empujar a su compañero para quitarle la barra. Borislav, por su parte, no supo explicar porqué había una foto del muerto en su móvil. Según él, se la hizo al forcejear con el coacusado.

Cuando los agentes llegaron al lugar, alertados por las llamas, la víctima estaba todavía agonizando. Laurentiu había llamado al 112 pero no llegó a hablar. Según él, su amigo le obligó a colgar.