Javier Ledo conocía que él era el principal sospechoso de la muerte de Paz Fernández, era consciente de que todos los rumores en el entorno apuntaban hacia su persona, y sabía que estaba siendo vigilado muy de cerca. Sin embargo, en todo momento defendió su inocencia. Seis horas antes de ser detenido por la Guardia Civil, el pasado viernes a las nueve de la mañana, Ledo negó rotundamente estar detrás del crimen que acabó de forma trágica con la vida de la mujer gijonesa. "Ojalá a quien lo hizo le caiga la prisión permanente revisable", llegó a afirmar, entre copas, al responsable de un local de marcha de la noche de a localidad asturiana de Navia.

Esa misma inocencia fue la que declaró una y otra vez durante la entrevista que mantuvo con el diario 'La Nueva España' justo la tarde antes de su detención. "Que se me mira con lupa lo sé; que los cuentos de los pueblos son como son también lo sé. Pero mientras se centren en mí no van a dar con el que hizo esta salvajada, una auténtica salvajada", afirmó.

"Solamente una amiga"

"Solamente una amiga"

Era frecuente que, en los últimos meses, Javier Ledo pasase tiempo en los bares de Navia, donde su familia tenía una casa, y a escasos kilómetros del núcleo de Llosoiro, donde convivía con sus padres. A veces se quedaba en la villa a dormir. "Era una persona a la que le gustaba salir y pasar tiempo por ahí, tomando algo", dicen quienes compartieron barra con él.

En alguna ocasión también se refirió a su relación con Paz Fernández, dejando siempre claro que era "solamente una amiga", como también aseguró a 'La Nueva España'.

Su afición a disfrutar de la noche no menguó tras la desaparición de la gijonesa, y siguió visitando los lugares de costumbre, sin achantarse por los rumores que comenzaron a circular en la villa. "Él siempre defendió que era inocente, que no tenía nada que ver con el caso, y que una vez que pasase todo y quedase claro cómo se habían desarrollado los hechos, la gente tendría que pedirle perdón por todo lo que se estaba diciendo sobre él", apunta un conocido.

Todos esos factores confluyeron en la noche del pasado jueves, cuando el ahora detenido Javier Ledo entró en un local naviego y pidió un ron con cola. Sería la primera de las copas de una noche que se alargó hasta casi las tres de la madrugada, y en la que el coañés insistió una y otra vez en su inocencia ante las preguntas concisas que le hizo el gerente del negocio, que se interesó por su situación. "Fue Ledo el que me sacó el tema. Después, le pregunté directamente si lo había hecho él, y me juró hasta cinco veces que no, que él no tenía nada que ver. También me dijo que ojalá al que lo hizo le cayese la condena permanente revisable", relata este hostelero.

El resto ya es conocido. Seis horas después de mantener esa conversación, la Guardia Civil acudía a la vivienda de Javier Ledo en Navia, en la esquina de las calles Hospital y San Francisco, para proceder a su detención por su presunta participación en la muerte violenta de Paz Fernández. La Benemérita ha registrado durante horas tanto esta casa como la de sus padres en busca de vestigios que prueben su implicación en el caso.