Las risas de los acusados durante el juicio se tornaron en lágrimas cuando la Audiencia Provincial de València les notificó la sentencia condenatoria y su inminente ingreso en prisión. La Sección Segunda de la Audiencia ha condenado a tres jóvenes por el llamado caso de "La Manada de Orriols" al considerar acreditado que violaron en varias ocasiones a una chica con la que coincidieron en una discoteca de la localidad valenciana de Riba-roja. A dos de ellos, la Sala les considera culpables de un delito continuado de abusos sexuales y les impone una pena de ocho años de prisión. Al tercero le castiga con cinco años de cárcel por un delito de abusos sexuales. Los tres condenados, que cuando cometieron los hechos tenían 19 y 24 años, deberán indemnizar a la víctima con 10.000 euros por los daños morales que sufrió.

Los hechos sucedieron en junio de 2012, como ya informó en exclusiva Levante-EMV, cuando uno de los ahora condenados coincidió en el local de ocio con la joven, con la que había mantenido una relación esporádica años atrás que les había llevado a mantener relaciones sexuales consentidas. Según el relato de hechos probados de la sentencia, la víctima consumió una bebida en la que habían vertido una sustancia que le provocó "aturdimiento y desorientación", lo que aprovecharon los condenados para llevarla a València, al domicilio que compartían dos de ellos, donde la violaron repetidamente.

"Parecía un zombi, no era yo, me sentía como una marioneta, no sé mi cuántos me violaron", confesó la víctima en la vista oral tras declarar detrás de un biombo para no tener que enfrentarse de nuevo a la mirada de sus agresores. La joven, que perdió el teléfono móvil, el bolso e incluso sus zapatos, apenas podía recordar pequeños esbozos de lo ocurrido ese día, como el hecho de que cuando recuperó el conocimiento tenía las extensiones del pelo arrancadas.

Dos de los acusados reconocieron en el juicio haber mantenido relaciones sexuales con la chica pero insistieron en que éstas fueron consentidas. No lo ha considerado así la Audiencia Provincial, quien observa "prueba suficiente para enervar la presunción de inocencia". Los condenados han recurrido la sentencia. Su defensa sostiene que en las pruebas de orina no fue hallada ningún tipo de sustancia estupefaciente ni droga de sumisión, y que los forenses no apreciaron lesiones en la supuesta víctima.

En el fallo ha resultado clave la declaración de una amiga de la agredida, quien aseveró que vio como alguien le metió algo en la copa, aunque no pudo reconocer quién. "Se empezaron a pasar el vaso de unos a otros mientras se reían", recordó esta testigo. "No se tenía en pie, parecía que se había bebido la discoteca entera", explicó sobre el estado de su amiga. Incluso cuando tiró por accidente la copa, éstos le echaron "una mirada de asco". "Si las miradas matasen estaría muerta", apuntó.

"De la prueba practicada en el acto del juicio oral puede alcanzarse la convicción de la falta de consentimiento por parte de la denunciante", remarca la sentencia, "en base a la privación de sentido que se deriva de la declaración de la víctima y las circunstancias concurrentes que adornaron el comportamiento de los agresores".

El consentimiento tácito no sirve

La Sala aclara que el eslogan de "no es no" se queda corto a la hora de evaluar una posible violación y debe de haber un "sí inequívoco". De esta forma, el llamado consentimiento tácito o actos externos de carácter "insinuante no atribuyen licencia para alcanzar conductas como las descritas y menos aún ante la evidencia de las limitaciones derivadas de la desorientación de la víctima".

Asimismo, el magistrado también hace referencia a "la tesis exculpatoria novedosa, además de ingeniosa" de uno los acusados, quien para tratar de justificar la presencia de restos de semen en el vestido de la víctima -es el único que ha negado cualquier tipo de relación sexual con ésta- se desmarcó en el juicio con la argumentación de que había tenido sexo con otra chica en el coche en el que posteriormente se fueron a la casa y que la joven se habría manchado al sentarse. Su versión quedó totalmente descartada. "Si la mancha está seca la transferencia es muy difícil", indicó el experto en ADN de la policía científica.