A la tercera fue la vencida. Hasta en dos ocasiones se había tenido que suspender en la Audiencia de Alicante un juicio por violencia machista en Altea ante la negativa de la mujer de ir a declarar contra su agresor por miedo. El hombre, que está en prisión preventiva, tenía órdenes de alejamiento de hasta tres mujeres diferentes por relaciones anteriores y la víctima tuvo que estar hospitalizada como consecuencia de la última paliza en la que se utilizó una cadena de perro. Al final, la mujer pudo testificar ayer a través de videoconferencia y ratificó todas las agresiones sufridas. La Fiscalía y la acusación particular solicitaron penas que suman 23 años de prisión para el procesado al final del juicio que ha quedado visto para sentencia.

El hombre fue juzgado por dos palizas que sufrió la mujer el 25 y el 30 de diciembre de 2016, así como haberla violado tras la última agresión y por vulnerar la orden de alejamiento. La mujer aseguró ayer que el hombre había llegado a rociarla con gasolina y la amenazaba con prenderle fuego para violarla.

En la agresión, sufrida el 25 de diciembre la mujer sufrió una fractura de clavícula y otras lesiones. La mujer aseguró ayer que su entonces pareja sentimental le acusó de haber mantenido relaciones sexuales con otra persona y se puso como loco. «De vez, en cuando le daban estas paranoias», aseguró. Tras esta paliza, la mujer declaró que su agresor había sido precisamente la persona con la que su pareja le acusaba de tener esas relaciones, una declaración que hizo por el miedo que tenía hacia él.

La segunda de las agresiones tuvo lugar pocos días después. La mujer relató que el acusado llegó como loco a casa porque le habían condenado a 21 meses de cárcel en otro juicio por malos tratos que había tenido con él en un juzgado de Benidorm. Empezó a golpearle por todo el cuerpo con una cadena de perro que le dejó numerosas lesiones, según relató. La mujer dijo que mientras estaba medio desvanecia la metió bajo la ducha con agua fría para que se despertara y que le dolía todo. «Después roció una camisa con gasolina y le amenazaba con pegarle fuego mientras me la acercaba a los ojos», aseguró. Con el combustible la coaccionó también para mantener relaciones sexuales por la fuerza. Cuando se quedó sola en la casa, la mujer buscó un teléfono móvil y llamó al número 112 de Emergencias. Los operadores le recomendaron que se marchara de la casa mientras llegaba la ambulancia. «Estuve esperando quince minutos en el jardín detrás de un árbol . Se me hicieron eternos. Mientras esperaba, vi que él llegaba. Si me encuentra cinco minutos antes, me mata», relató.

El acusado ha negado todos los hechos y sólo admite el haber quebrando la orden de alejamiento. La defensa consideró que existen contradicciones en el testimonio de la víctima que respalden la violación y que el acusado y la mujer tuvieran una relación de pareja, ya que eran contactos esporádicos.