Manuel José Jordán Nogués, de 68 años, se inclinó sobre el aljibe de 500 litros enterrado que recogía las aguas pluviales en lo alto de la muela de Chiva que se alza casi al pie de la carretera que lleva a Gestalgar, la CV-379. Era un enamorado de la naturaleza y, como tal, participaba como voluntario en las tareas de reforestación del monte chivano desde hacía años, dentro de la asociación ecologista Acrebo, de la que era presidente. Acababa de plantar algunos árboles y se disponía a regarlos, pero nunca llegó a hacerlo.

La mala fortuna hizo que Manuel, que estaba solo ese viernes -el pasado- por la tarde, sufriese un desmayo posiblemente como consecuencia de una hipoglucemia súbita -era diabético desde hacía tiempo- justo en el momento en que se asomaba al depósito, con una boca de alrededor de 60 centímetros de diámetro.

La pérdida de conocimiento le llevó a caer al interior del aljibe y falleció sin percatarse siquiera de lo que le estaba sucediendo. Esa es al menos la primera estimación de la forense que ayer acudió al levantamiento del cadáver, algo que confirmará la autopsia que se practicará en el Instituto de Medicina Legal (IML) de València.

Fue la hermana de Manuel quien dio la voz de alarma cuando el viernes no regresó a casa a la hora habitual. Su cuerpo sin vida no fue localizado hasta el martes, sobre las seis y veinte de la tarde. No era fácil, ya que el cuerpo estaba completamente sumergido en el agua, en el interior del depósito enterrado en el suelo, por lo que verlo resultaba complicado, si bien es cierto que sus efectos personales estaban junto a la boca del depósito.

La zona donde estaba fue una de las primeras en ser rastreadas, ya que la hermana y los amigos de Manuel sabían que había ido a replantar árboles y a regar esos plantones, con los que él y los demás voluntarios de Acrebo trataban de recuperar los montes de Chiva arrasados por los incendios.

Una vez localizado el cuerpo, se decidió posponer para ayer por la mañana el rescate del cadáver, para poder realizarlo a plena luz del día. Así, sobre las nueve de la mañana de ayer, la comitiva formada por la Guardia Civil, la forense de guardia, un camión de los bomberos de Chiva y el retén fúnebre judicial, iniciaron el ascenso de casi cinco kilómetros -cuatro en coche y más de uno a pie- desde el camino que parte del punto kilométrico 2,8 de la CV-379 hasta lo alto de la montaña.

Los bomberos, agentes del grupo de Homicidios, la forense y guardias civiles de Chiva subieron hasta el aljibe. Una vez que los bomberos lograron extraer el cuerpo del interior del depósito y que la forense determinó que no se trataba de una muerte violenta, los primeros lo bajaron en camilla hasta donde esperaba el retén fúnebre que lo trasladaría al IML: