Se cerró en banda y se negó a declarar. Así se mostraba el miércoles ante el juez de guardia de Lorca la mujer detenida el lunes por su presunta implicación en un crimen que tuvo lugar en Águilas en verano de 2017, informaron fuentes cercanas al caso.

Se trata de la persona que acompañaba a la víctima en el momento del tiroteo mortal. Ella siempre sostuvo, en su declaración ante los investigadores, que unos encapuchados asaltaron la finca y mataron a su acompañante, un hombre con vínculos con la mafia calabresa.

Dado el testimonio principal de la mujer en su momento, la Guardia Civil comenzó a investigar si el crimen organizado estaba detrás de esta muerte. Sin embargo, unos análisis realizados en el laboratorio que la Benemérita tiene en Madrid le han dado la vuelta al caso. Y es que en la ropa que vestía la mujer en el momento del crimen se encontraron restos de pólvora, explicaron fuentes próximas a la investigación.

Así las cosas, el juez ordenó la detención de la testigo, en calidad de sospechosa, que en el momento de su arresto se encontraba en la localidad de Águilas.

El difunto, llamado Giuseppe Nirta, fue condenado en los años 90 por un tribunal de su tierra natal, Italia, por pertenencia a organización criminal. Es más: como parte de una investigación abierta, aseguraban los medios italianos el día después del crimen, la Fiscalía de Milán interceptó varias conversaciones y reuniones entre un empresario italiano acusado de malversación y el fallecido, Nirta, entre las que encontraron varios indicios de otros delitos a escala internacional.

Aun así, La Stampa contaba entonces que no había indicios que vinculen la muerte de Nirta con estos hechos. Según otro medio italiano, Il Sole, "con la muerte de Nirta, desaparece una figura clave de esta investigación".

Los medios italianos también apuntaban que Giuseppe Nirta tenía antecedentes por tráfico de drogas y estuvo involucrado en la conocida como ´Operación Minotauro´, relacionada con el clan 'Ndrangheta, al que presuntamente el fallecido pertenecía, por la que fue condenado a tres años y ocho meses de prisión y a afrontar el pago de una multa de 14.000 euros. Sin embargo, Nirta recurrió la sentencia ante el Tribunal Supremo italiano, que anuló el fallo al no existir pruebas suficientes de que el hombre asesinado siguiera en activo, así como tampoco existían suficientes pruebas de que su papel fuera relevante en el caso.

Así las cosas, las primeras investigaciones se centraron en el hipotético papel de la mafia en este asunto. El cuerpo de Nirta fue encontrado tendido en el suelo y presentaba varios impactos de bala, uno de ellos en la cabeza.

El Juzgado de Guardia ordenó el ingresó en prisión de la sospechosa, de origen rumano, en vista de la cantidad de indicios que presentaron los investigadores.

El día del tiroteo, la pareja estaba en la casa de campo que el italiano alquilaba en la zona de El Charcón. La mujer, nerviosa, no pudo precisar entonces dónde se encontraba Nirta ni en qué estado. Y dijo que ella había conseguido escapar de los pistoleros.