«No me atrevía a quitarme la venda, una persona que está tan loca como para suplantar a otra durante tanto tiempo, poner voz de hombre y hacer todo lo que hizo conmigo es capaz de todo», aseguró ayer en el juicio una de las víctimas de la presunta abusadora de los ojos vendados. Beatriz M., detenida en Picassent hace unas semanas por enviar mensajes amenazantes a una amiga haciéndose pasar por su exnovio, fue juzgada ayer en la Audiencia Provincial de València por estafar cerca de mil euros, entre dinero en metálico y la compra de dos móviles, así como por los abusos en una cita a ciegas. El Ministerio Fiscal solicita para ella una pena de un año y medio de cárcel por un delito de estafa, aunque no aprecia el delito de abusos sexuales, por el que la acusación particular pide cuatro años de prisión.

En esta ocasión la acusada, de 22 años y especializada en suplantar a jóvenes atractivos con nombres ficticios pero con fotografías de personas reales que utilizaba para engatusar a chicas veinteañeras, adoptó la identidad de un apuesto italiano, de nombre Javier Gabrielle Sánchez Butterini, enfermo de leucemia y que decía estar ingresado en el Hospital La Fe de València.

Los hechos se remontan a mayo de 2016. Según explicaron ambas, la víctima conoció a Beatriz en el centro de estética de València regentado por la madre de la denunciante. Poco a poco, la acusada empezó a introducir en sus conversaciones el nombre del supuesto amigo italiano, y la joven aceptó la solicitud de amistad de éste en la red social Facebook. A partir de ahí, y a instancias de la acusada, comenzó esta particular relación con el italiano imaginario. «Ella me decía que yo le gustaba a su amigo un montón».

Visitas al hospital y un falso médico

«He hablado muchas veces por teléfono con esta persona, era una voz grave, como de enfermo», recuerda la víctima, quien lamenta no haberse dado cuenta antes del engaño. «Era todo creíble, decía que en la Fe lo podían tratar mejor, hasta me mandaba vídeos donde se le caía el pelo», añade. «Incluso llegué a pasar noches en el hospital con Beatriz, esperando a que saliera». La víctima explicó que llegó a hablar con «un señor con bata» quien le reconoció que ese joven estaba ingresado allí. «¿Cómo iba a pensar que no era médico?».

Por su parte, la acusada negó durante su declaración haber suplantado la identidad del supuesto italiano, incluso negó que lo conociera, así como haber acudido a la cita a ciegas. Además, niega haber obtenido un beneficio económico aprovechándose de dicho engaño. «No acepté ningún dinero porque no lo necesito, en ese momento tenía solvencia», argumenta Beatriz.

De igual modo insistió en que es ridículo pensar que se hiciera pasar durante tanto tiempo por un chico. «Yo no tengo físico de hombre, tengo la voz aguda». Respecto a las compras que habría realizado la víctima para el supuesto joven, y de las que se habría beneficiado supuestamente ella, afirmó: «Yo no necesito ropa de chico».

Asimismo, alegó que las otras denuncias por hechos similares en citas a ciegas con otras chicas se han archivado, así como la denuncia de su amiga Julia, también investigada en la causa de las amenazas de muerte falsas, que fue retirada por la propia víctima. No obstante, la Fiscalía recordó que fue condenada por otro delito de estafa el pasado mes de julio.

La acusación particular mantiene la petición de cuatro años de cárcel por los abusos sexuales ya que la víctima relató el episodio en el que, aprovechando que tenía los ojos tapados con una venda, le realizó tocamientos en la vagina. La defensa de la acusada solicita la absolución y esgrimió un defecto procesal en la personación de la acusación, así como la atenuante de dilaciones indebidas.